jueves, 27 de agosto de 2009

LOLA Y LOS SUEÑOS

Joder, joder y joder, ay qué sueño he tenido, Dios mío, qué sueño… Estoy venga a llamar a Mari Pili para que me lo traduzca ya que tanto que fanfarronea de idiomas pues que me lo demuestre. Pero no hay tu tía, que está venga a comunicar… ¿Mari Pili quieres colgar el teléfono, leñe? ¿Con quién hablas que sea más interesante que yo? Cualquiera, lo sé... Bueno, da igual, os lo contaré a vosotros y ya me diréis vuestra opinión. Sentaros y no habléis; hablo yo, con eso es suficiente.
… He soñado que cultivaba gallinas al por mayor. Vamos, para que se me entienda: tu no podías ir a mi huerto y llevarte una gallina. Sólo las vendía en ejércitos, batallones o manadas. ¿Cuántas entraban en cada cuál? Bastantes, mogollón y una barbaridad.
El caso es que Mari Pili era paupérrimamente pobre en el sueño, bueno en la realidad igual, eh, y como no tenía huerto las cultivaba en la bañera de su casa… Qué raro, ¿verdad?, de ahí me viene la primera duda: nunca he visto el cultivo pollino en una bañera. Claro que yo como en mi casa no tengo bañera sino ducha, planté el huerto en el fregadero. Al ser el espacio pequeño, en vez de gallinas, planté pollitos… ¿Me seguís? Qué suerte porque yo en cualquier momento voy a empezar a desvariar. Bueno, sigo…
El caso es que tratamos de que nuestras gallinas y pollitos no fueran unos cualquiera. No, no, qué va. Para empezar, las gallinas llevaban peineta, una peineta colorada; monísimas, de verdad. Porque ante todo queríamos que tuvieran el sello Made in Aserejé Spain e, igual que a las vacas se las pone la pegatina de la ganadería a la que pertenecen, nosotras nada más nacer, las pintábamos lunares amarillitos. Es decir, la gente cuando viera a nuestras pollas y pollos, sabrían que eran del calibre español. Y, para rematar, como no queríamos que pensaran que eran unas cualquiera, las legalizamos unos apellidos en su pedigrí: se llamarían Fernández & García, apellidos nada británicos.
¿Ideal, verdad? Pues fue un desastre. Nos arruinamos. Claro que aquí tengo la segunda duda para que me traduzca Mari Pili si es que cuelga de una puñetera vez el teléfono: si éramos paupérrimamente pobres, ¿cómo nos pudimos arruinar si los bancos con la crisis no fían?… ¿Lo entendéis vosotros?
A Mari Pili se la ocurrió que hiciéramos una oferta: pague veintisiete manadas y llévese ochocientas… Fijaros que baratura, bueno, pues ni por esas, y como Paquito y Pepe se empezaban a calentar por el asunto pollino porque una de las noches Pepe me fue a abrazar, en la realidad nunca lo hace, pues en sueños sí y cuando lo fue a hacer, a quien abrazó fue a una gallina que como no cabían en el fregadero se habían escapado y se habían metido en la cama donde estaban más cómodas.
Claro, peor fue lo de Paquito. El hombre quiso hacer el amor a Mari Pili, y justo en ese momento Mari Pili la entró sed y se fue a por agua y se la coló una gallina en la cama y Paquito fue y… atacó a la gallina en vez de a Mari Pili. Eso sí, la gallina estaba tan contenta, pero fijaros que pastel, ¿verdad? Raro de cojones (perdón por lo mal que hablo, pero las situaciones que me sobrepasan, hacen bilis en mi lengua)
El caso que como no las vendíamos ni nada pues decidimos soltarlas y que se buscaran la vida como hemos hecho todos.
¿Pues diréis dónde se fueron?… Son más listas que los conejos congelados. Hijas de Mari Pili y mías tenían que ser, claro … Están viviendo divinamente en el palacio de la Moncloa con nuestro presidente del gobierno y poniendo huevos a mogollón.
¿A qué es un sueño extraño, raro, raro? Si alguno sabe de idiomas, agradecería su traducción.

miércoles, 26 de agosto de 2009

LOLA HA REGRESADO

-Mari Piiiiiiiiiiiiiiiiiili… Qué lujuria verte de nuevo.
-Looooooooooola… Qué alegría volver, ¿verdad?
-Sí, un asco, Mari Pili. ¿Te cuento mis vacaciones?
-¿Otra vez, Lola? Me tienes hasta el culo. No has ido a ningún sitio y ¡hala! Como si hubieras estado en medio mundo.
-¿Y qué sabe nadie? Así hago felices a los que no han ido… Como tú, Mari Pili.
-Lolaaaaaaaaa eres una mentirosa.
-A la imaginación la llaman mentira. Mis telespectadores ansían que les cuente chismes, querida.
-¿Telespectadores? ¿Es que ahora salimos en la televisión?
-Lectores, hija, qué redicha eres, pero cualquier día enchufas la caja tonta y salimos tú y yo. Claro yo ocuparía prácticamente toda la pantalla. Ya sabes…, el tamaño, cuestión de prioridad.. ¿Bueno, qué, nos saludamos?
-El sol te ha dejado con los sesos achicharrados, Lola… Looooooooooooooooooooola…
-Mari Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiili, qué alegría verte. Me encuentras desenvainando el equipaje.
-¿Desenvainado? ¡Joder!, cada vez hablas peor, Lola.
-Anda, cállate que dices unos tacos que son una irreverencia. Mi léxico es propio y flexible… He estado con mi Pepe dándonos unos baños de arcilla… Allende los mares.
-En qué mar, Lola? Porque hay muchos.
-Y yo qué sé. En uno, digamos que confluyen el Mediterráneo con el Tirreno… Eso, en el medio justo.
-¿Tú has mirado alguna vez un mapa Lola?
-¿Para qué Mari Pili? Todos los caminos llevan a Roma. Te puedes torcer un poco, pero luego te enderezas y llevando a la enciclopedia de mi Pepe no tengo problema.
-¿Ha disfrutado Pepe?
-…Traigo sobredosis de marido, Mari Pili. Qué pesado, todo el día con la brújula diciéndome que cada vez hago todo peor… Normal, la edad nos tuerce, nos desinfla, nos desvigoriza, como al campanero.
-¿Qué campanero?
-…Yo no quería, Mari Pili, pero sabes que soy muy dispuesta… Y qué mal le sentó a Pepe y como encima perdió en el Peñón de Gibraltar el humor pues no hago carrera de él y cada vez tiene el bigote más ladeado.
-Lola no me has contestado.
-Vamos a ver Mari Pili,, ¿cuándo has visto que conteste a los que me preguntan? Nunca.
-Lola, pero es que no me has contestado. ¿Quién es el campanero?
-… Claro que cuando vi a Pepe que se le erizaban los pelos de la calva, me puse muy seria y le dije muy enjuta en mí “Pepe, ¿no me recriminas que no tengo educación cívica a la par que ciudadana? Entonces si el campanas me pide un favor, yo que soy un derroche de lo que me pongas delante pues…”
-Looooooooooola…
-Ay, qué Mari Pili, qué susto…
-¿Quién es el campanas?
-Cómo me sigas interrumpiendo no te lo cuento Mari Pili.
-…Sigue.
-¿Sabes lo que me contestó Pepe?
-Ni puta idea, Lola.
-Pues que si quería tocar la campana a alguien que se la tocara a él… Fíjate que poca moralidad ciudadana tiene aquí el Garcia. Pobrecillo el campanas, qué leche le arreó.
-…Tenía celos, Lola… Por cierto, ¿has tocado alguna vez las campanas?
-Sí, claro, al campanas. Y a Pepe le fui a tocar las campanas pero me dio la risa…
-¿Por qué Lola?
-Porque lo suyo no eran campanas sino sonajeros.
-Ya, y el campanas tenía campanas, ¿no?
-Sí.
-Oye, ¿y quién era el campanas, dónde estaba, qué estabais haciendo, cómo surgió la campanada? ¿Hubo repique de campanas, Lola?
-No te me amontones Mari Pili. Me has hecho demasiadas preguntas y mi memoria RAM no procesa todo a la vez… No hubo repique de campanas porque Pepe le soltó una leche al campanas. ¿Comprendes?
-Sí, claro. Aunque me queda una duda.
-Dime que te contesto rápidamente, Mari Pili.
-Ya era hora, hija… ¿Quién era el campanas, Lola?
-Anda que no eres pesada. Como cojas una linde, termina el camino y tú sigues.
-Lola dime quién coños era el campanas. Tengo que ir a hacer el potaje, se me hace tarde.
-Ya voy pesada, si es que no me dejas explicarme… Estaba yo en los baños de arcilla venga a darme pegotes aquí y allá hasta en el pelo porque dicen que es sanísimo y que deja la piel suave, suave, vamos como la piel del culito de un bebé…
-Loooooooooooooola, mi potaje.
-… Me metí en un agujerito donde había mucho barro cuando oigo a mi espalda “Señora, por favor?” Tuerzo la cabeza, como unos ochenta grados a babor, más o menos o, ¿podían ser noventa grados a estribor?
-Loooooooooooola… Que va a llegar Paquito.
-…Y me encuentro a un fulano que me dice que si le puedo pasar un poco de barro. Yo le miro y veo que está rebozadito como una croqueta…, menos sus campanas y cuando le voy a dar la arcilla se me ocurre que le puedo rebozar yo sus campanas. Ya sabes, se las veía yo mucho mejor ya que estaban a la altura de mis ojos. Y cuando me disponía a restregarle bien las campanas al campanas para hacerle el favor dentro de mi educación cívica visual llegó Pepe.
-Lola…
-¿Qué, Mari Pili?
-¿Tú llamas campanas a los güevitos masculinos?
-No me seas vulgar, Mari Pili. Hay que ser finas. Son campanas.
-Vete a la mierda, Lola. Me voy ¿Y sabes lo que te digo? Lástima que no te diera la leche Pepe a ti.
-Me la quiso dar, ojo, pero rápidamente esquivé la leche en dirección estribor y… ¿pero dónde vas corriendo, Mari Pili?
-A tocar las campanas a Paquito mientas hago el potaje, ¡adiós!

miércoles, 5 de agosto de 2009

LOLA SE VA DE VACACIONES

Estimado consumidor de risas: me voy de vacaciones. Las neuronas se me han terminado y voy al mercadillo a por repuesto.
El 1 de septiembre ya estoy aquí. Echadme de menos. Si no me habéis votado, hacedlo, ¿qué más os da?
Muchísimas gracias a todos
. Los mudos también cuentan; sé de buena tinta que hay muchos, pero su timidez les corta. A los que habláis, ¿qué deciros? Este blog existe gracias a vosotros, a todos.
¡HASTA SEPTIEMBRE!...

sábado, 1 de agosto de 2009

LOLA EN EL HOTEL RITZ

-Mari Pili he de modificarme. En mi nuevo estatutos de esposa de enterrador dirigiendo enterramientos, he descubierto que necesito un vestuario más chic. Vamos, una personalidad con glamour diferente a lectora de sobres de sopa y supositorios.
-Entonces, ¿fue un éxito la fiesta en el hotel Ritz…?
-Fue un desastre, Mari Pili. Nada más entrar, Pepe se me despistó y como yo no llevaba gafas, me agarré al primer brazo que vi… Era el del barman y me puso a servir copas.
-¡Qué horror, Lola!
-Depende Mari Pili cómo se mire. Como era gratis, me bebí hasta el agua de los floreros.
-Si tú no bebes Lola…
-Efectivamente, Mari Pili, pero ya sabes que la palabra gratis me pierde y, como soy tan dispuesta y quería dejar en buen papel a Pepe, me puse cual posesa a preparar combinados. Primero los probaba y luego se los daba a los enterradores, colegas de mi Pepe.
-Y Pepe…
-Todo iba bien. El barman me puso tras una barra y los muertos vivientes se acercaban a que les resucitara. Yo echaba de aquí, un poquito de allá. Lo agitaba y para dentro… Hasta que se me cayó la cofia en un vaso.
-¿Te habían coronado con una cofia, Lola?
-Claro. La gente fina a sus asistentes les viste de negro riguroso, les decora con delantalito blanco y en la cresta les pone una coronita muy graciosa.
-Y se te cayó la cresta, ¿no?…
-Primero la cofia, Mari Pili, luego al acercarme al vaso, el movimiento brusco junto con el alcohol hizo que se me desprendiera la cabeza.
-Y caíste con tus cien kilos encima de uno de los enterradores. Les aplastaste…
-No, qué obsesión tienes con que aplasto, sólo aliso. Caí encima de la barra.
-Estabas borracha Lola…
-En aquel momento sólo estaba un poquito perjudicada nada más. Lo malo vino después.
-¿Peor aún?
-Sí. Pepe me llamaba insistentemente al móvil, pero entre el trabajo que se me acumulaba, las botellas que se me triplicaban y la cantidad ingente de cajas de muertos que se me ponían en cola pues…
-¿Cajas de muertos, Lola?
-Sí. Sin gafas no veo con claridad. Y con alcohol lo poco que veo se transforma. Yo veía cajas que se acercaban ceremoniosas a que yo las diera de beber. Como las cajas no tienen boca, me lo bebía yo por ellas. Luego muy educadamente me hacían una reverencia y se iban. ¿Me comprendes, verdad, Mari Pili?
-Cómo te voy a comprender, Lola. Estabas beoda.
-Que no, que no. Aún no había llegado a mi momento culminante. Hasta entonces, yo seguía rigurosamente las normas de etiqueta que mandan los cánones.
-Bebiéndote las copas de las cajas de muertos, ¿no?
-Y el agua de los flores, Mari Pili, no se te olvide.
-Ya. ¿Y qué pasó con Pepe?
-¿Ves? Eso no estaba previsto. Al ver que me llamaba y yo no descolgaba el teléfono y, fíjate que lo intentaba, pero no atinaba y cuando atiné, la armé, Mari Pili.
-¿Qué hiciste?
-Me confundí de bolsillo, ya sabes, las botellas que ya llevaba dentro de mi cuerpo. En vez de meter la mano en mi delantalito para buscar el móvil pues… Eso.
-¿Eso qué es, Lola?
-Se me fue la mano al bolsillo del pantalón de una caja de muertos justo en el momento que se me volvía a caer la cofia en medio de los ojos lo que hacía que viera millones y millones de Pepes a mi alrededor… Qué empacho, Mari Pili.
-Metiste la mano a un tío. Por Dios, Lola.
-Le gustó, eh. Al que no le gustó mucho fue a Pepe. Es más exagerado. Se abalanzó sobre los pantalones de la caja mortuoria en el momento que a mí me embargó la emoción de encontrar por fin a mi Pepe y me tiré en plancha sobre…, bueno no sé sobre lo que me tiré, el caso es que terminé dándome un bañito en una fuente monísima con flores flotantes, velitas. Qué bonito, Mari Pili.
-Lola… ¿Y Pepe?
-En comisaría por alteración del orden público. Y a mí el barman prescindió de mis magníficos servicios. Ya no hay consideración en nada. Puerca miseria, Mari Pili…