miércoles, 16 de marzo de 2011

LOLA Y PEPE

-¡Loooooooooola!

-¡Ay, Jesús!, No me chilles que los únicos que están sordos son los muertos.

-¿Me puedes decir para qué has comprado más tazas de desayuno? Somos cuatro o es que piensas poner un hotel…

-Pepe, somos seis. Te olvidas del perro y la tortuga.

-Contesta…

-Pepe, mi amor, mi capricho… Era una oferta irresistible… ¡Ojo! Mari Pili también compró.

-La casa de Mari Pili me importa un carajo.

-Pues te debía importar Pepe. Pues si no me quieres ver, vas a casa de Mari Pili y te sentirás tan agustito. Tenemos las mismas cosas.

-Otra tarada.

-Oye, Oye, sin insultar a mi alma gemela. Insulta a tus difuntos, total, no te oyen.

-No se cabe en casa, Lola.

-¿Qué me estás insinuando, Pepe? Mi minimalismo es abigarrado, pero tan decente como tu simpleza.

-Quita trastos de en medio, por Dios te lo pido.

-Me puedes decir para qué metes a Dios en este ajo… Dios tiene el universo entero para decorar, pero yo… sesenta y cinco metros… ¿No te doy pena?

-Lola quítate de mi vista…

-Pepe, Pepiño mío… no puedo.

-¿Por qué no puedes, Lola?

-No hay sitio… Bueno, hay un hueco en tu armario, pero me voy a comprar al mercadillo los modelos de verano y…

-Lola, me ahogo…

-Ven, anda, abre la boca. Seguro que se te ha quedado la mala leche torcida en la garganta… Espérame que voy a por la espumadera.

-¿Para qué quieres una espumadera?

-Hijo, para qué va a ser… Pues para metértela por la garganta y desatascarte. Mira, te estás poniendo morado…

-Quita, quita, voy a desayunar y me largo… ¡Loooooooooooola!

-Ahora qué pasa… Un momento, ya voy… ¡Santa Críspula Bendita! ¿Qué has hecho Pepe?

-Se me han caído las tazas.

-Igual que los pobres japoneses… Vaya tsunami que me has preparado… Has destrozado todo, me que quedado sin nada. Y ahora, ¿qué hago?

-Vivir con sencillez, Lola, que falta te hace.

-Antes muerta que sencilla, Pepe ¿Entendido?... ¿Mari Pili? Soy Lola, tengo que renovar la decoración, ¿a qué hora quedamos?

martes, 1 de marzo de 2011

LOLA Y EL ROBO DE LOS OCHO MIL LEUROS


-El siguiente…

-Servidora, majestad policial.

-¿A usted que la pasa?

-¿Pasarme, pregunta? De todo… Bueno, vamos al grano. Le presento a mi amiga Mari Pili Fernández, de la saga de los Fernández de toda la vida, y prima del excelso cineasta Julito Fernández… ¿Vio los oscar, vuecencia? Yo no, pero allí estaba él.

-¿Quién, señora?

-El primo de Mari Pili. Salió a por tabaco y entre el barullo, se coló.

-¿Es lo que viene a denunciar?

-Qué va. Estoy usando las normas de protocolo, o es que ustedes, la rama policial de escopeta y porra, no les enseñan protocolo…

-Vale, vale, señora, usted dirá…

-Venimos a denunciar.

-¿El qué, señoras?

-Nos han robado. Bueno, a Mari Pili la honra hace años, pero el delito ya ha prescrito. Aunque el mío está en carne viva.

-Es decir, la han robado a usted… ¿Cómo se llama?

-Dolores García, de la saga de los García de principios de la hispanidad, pero si quiere llámeme Lola, suena más florero.

-Bien, Lola Florero, ¿qué le han robado?

-Todo, majestad policial.

-En qué consiste ese todo. Defínamelo, por favor…

-Entraron por la ventana. Las cortinas en ese momento bailaban un vals como cada mañana que ventilo mi casa porque yo soy muy limpia.

-¿Y?

-Qué guarros, pero qué hijos de, de, del maleficio social, majestad policial. Osaron volcar el cajón donde guardo mis bragas…

-Ya ¿Y?

-Luego metieron sus puercas manos en mi joyerito de terciopelo verde regalo de mi Pepe. En mi ropa, en mis bolsos, en mi baño… Fíjese, se llevaron a Ana Rosa Quintana, a Sálvame de lux, a la telenovela “Si quieres tomate, toma peras”…

-Pero, ¿de qué me habla, señora?

-¡Coña!, que me han robado la televisión.

-¿Más cosas?

-Sí… Ocho mil leuros, majestad.

-Lola, si tú en tu vida has visto mil leuros, cómo vas a tener ocho mil…

-Mari Pili, Mari Pili, déjame hablar que soy la espoleada. De esto que me ha costado unos nervios sin fin y finalidad, he de sacar para restaurarme.

-¿Qué más, señora?

-Un kilo de tomates, un cerdo entero congelado, siete cocidos, cinco preparados de paella, mil latas variadas. Tres pelucas…

-Lola, si no tenías pelucas…

-Mari Pili que te hago estofado… Cállate.

-¿Más, señora?

-Sí, pero no tiene importancia, majestad policial.

-No, no, señora, dígamelo todo.

-Pues no, no me da la gana. Seguro que no me devuelven lo que quiero y sí lo que no quiero.

-A ver, Doña Lola, qué más la han robado. Desembuche…

-Me llevaron a mi santo Pepe. Estaba él tan recogidito en su sillón contando los muertos del día, mirando las esquelas… Y no, no quiero que me devuelvan a mi Pepe.

-Pero, señora, si es su marido y se trata de un secuestro…

-Ya, ¿y qué? Como le encuentren y vea la factura del teléfono, es que no me secuestra, me mata directamente, majestad ¿No le doy pena? Devuélvame los leuros, el cerdo, las pelucas, la televisión y todos tan amigos.

-Salga de aquí ahora mismo. Es usted un monstruo.

-Tranquilito, eh. Ya me voy a otra comisaría a que me tomen más en serio… Buenas tardes, policía… Ah, y de majestad, nada de nada.