
-Loooooooola mira…
-¿Qué, Mari Pili?
-Qué monada, madre mía. Entremos, es el vestido de mis sueños.
-¡Alto ahí! Aquí, ambas dos no entramos en ningún sitio. Es caro.
-Lola no cobran por entrar y es tan lindo…
-Claro que no cobran por entrar, pero nuestra debilidad la pagamos cara, Mari Pili.
-No digas bobadas, chica. Entremos.
-Que no entramos. Sabes que estamos…
-… En crisis. Ya lo sé, Lola. Pero no porque estemos en crisis vamos a ser ambas dos unas desgraciadas, coña. Entremos.
-¡Ay qué bollitos!... Que no entramos. ¿Dónde está tu fondo de armario?
-Y yo qué sé, seguramente lo tiraría.
-¡Hala! Así va España, con veintisiete vicepresidentes y Mari Pili tirando el fondo de armario. Como comprenderás con conductas como nuestro presidente poniendo más cargos de los que necesitamos y tú con faldas y a lo loco, nos puede durar la crisis toda la vida, y por ahí no paso, ¿eh? Necesito ir al mercadillo y no voy por la maldita crisis.
-Lola, pero que exagerá eres para todo. Entremos.
-Y una leche, no entramos. Ahora mismo nos vamos a convertir en recesionistas.
-¿Recepcionistas? ¿Para cotillear y olvidar que queremos comprar, Lola?
-He dicho recesionistas, bruta. Que quiere decir… bueno, muy bien no sé lo que quiere decir, pero más o menos significa recicladoras.
-¿Y qué reciclo si lo he tirado todo, Lola?
-¿Tú eres boba, eh? Si lo que yo digo, para una vez que me entra el juicio, va mi amiga y tira mi juicio también a la basura… Entremos.
-No entramos, Lola.
-¿Cómo que no entramos? Pero si querías entrar, Mari Pili.
-Entro yo solita. Tú te quedas ahí mirando, esperando. La que está en bolas soy yo, debo constituir mi fondo de armario.
-Pero yo… Pero yo entro y te aconsejo.
-De eso nada que luego me copias.
-Serás capulla, arpía, peripatética… Anda, entra y ojalá que te atragantes.
-¡Adiós, Lola!, ya te contaré, mona… ¿Lola? Se ha ido sin despedirse. Ésta me las paga…
… Bien, Lola, ahora respira hondo, ponte en situación zen con mente recesionista. Tú, solidaria. Si el mundo está en crisis, tú con él… Qué triste, coña. Abriré el armario a ver qué tengo y lo que no sea vintage lo tiro, que conste en acta… ¡Vaya!, ahora llaman a la puerta; voy a ver quién demonios me molesta en un momento tan delicado…
-¿Quién es? Estoy en situación zen y no me puedo distraer.
-Soy yo, Lola
-¿Mari Pili?
-Sí, soy yo. Abre.
-Y un cuerno, no te abro. Mi zen me dice que he de ser fuerte y disfrazarme de vintage.
-Lola, mujer, que no he comprado nada, abre.
-Pero, ¿por qué eres tan gilipollas, niña? Anda, pasa y cuéntame. No veas que sofocón me has hecho pasar.
-Tú has provocado mis sofocos removiéndome las entrañas de la conciencia. Mala amiga.
-Anda, ahora la mala de la película soy yo. Ay que tocarse los pies con lo que oigo…
-Sí, Lola, eres una bruja. Pero dejémoslo. Vamos a ordenar tu fondo de armario y luego vamos a mi casa y colocamos mi trastienda.
-Pero si la has tirado, ¿qué vamos a colocar?
-Te mentí… Tengo sobredosis.
-… Yo también, pero que no cunda el pánico. Hacemos dos montones. Uno con el que nos quedaremos y otro se lo damos a los pobres. En resumiendo, Mari Pili, con una limpieza, matamos tres pandemias: ni compramos, ni salimos y por lo tanto no nos contagiamos del cerdo, acuérdate lo ha dicho el presidente de México lindo, y ayudamos a otros a que no vayan en bolas… ¿Qué, qué te parece?
-… Tenías que ser gobernanta, Lola. Empecemos.
-No, un momentito. Primero pongámonos en situación zen.
-¿Y eso qué es, Lola?
-Parecido a hacer la cabra. Siéntate en el suelo, respira hondo y di “Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee”… Ah, junta los deditos y piensa en el paraíso.
-Lola, en el paraíso sólo veo tiendas…
-No, entonces no estás en el paraíso, allí sólo hay cabras, Mari Pili.
-Pues no entiendo cómo no veo a nosotras, Lola… Beeeeeeeeeeeeee…