sábado, 13 de mayo de 2017

DE AMOR Y VICEVERSA

¡Qué bonito es el amor! Ayer descubrí, a destiempo, claro, como siempre, que nací para organizadora de eventos nupciales. Sin duda todo el mundo se querría casar para que yo les organizara la boda, habría procreación y España no sería un país de viejos, pero como me dice mi Pepe “Dios te colocó en este mundo y se le olvidó programarte” Y mirad que pongo buena voluntad, eh, pero no hay manera, todas mis proyecciones las falta algo: los pies, otras veces la cabeza, y en la mayoría de las ocasiones el cuerpo entero.

Ayer estuve de boda fina, de las que no las falta de nada, ni siquiera el amor, ¡más bonito todo! Yo saqué el catalejo y no perdí detalle. En esto que estaba haciendo un barrido para catalogar a la invitada más elegante hasta la más descolocada visualmente, cuando me encontré a dos especímenes dignos de película de la gran pantalla en cinemascope. Muy discretos ellos, muy bien vestidos con pinganillo en oreja, una sonrisa que sin ser estridente, estaba en el tamaño y lugar adecuado. Sus ojos no necesitaban catalejos como los míos; veían todo y más, si me apuras hasta las enaguas de la novia que, por cierto, eran divinas: Convirtieron a los invitados primero en los perfectos colegiales que obedecen a todo y segundo, en los perfectos Julias Roberts de la película Pretty woman: nos hacían la pelota, nuestros deseos se hacían realidad antes de terminarlos de formular… Yo pedí un par de platos de jamón y una botella de vino blanco fresquito. ¡Fui la envidia de las mesitas puestas en el jardín! Además, en la finquita donde se realizó el evento fino, de los finos de toda la vida, había hasta estanque con cisnes. No patos, cisnes desplegando su vuelo acrobático para posarse después en las aguas mansas… Por supuesto sonó el himno de Paquito el chocolatero; ya os digo, no faltó de ná.

En cada plato antes de comenzar pusieron una cajita de una ONG y dentro había una nariz de payaso. Me la puse al instante sin mirar la mirada felina de mi Pepe que me observaba desde el otro extremo de la mesa, claro.

Un poco incómoda estaba, no os voy a engañar. Encima de mi cabeza llevaba una especie de paellera, la más grande que encontré por un precio asequible que, por supuesto, me la proporcionó mi estilista de cabecera, el chino del barrio. Si a eso añado la nariz de payaso, pues unas veces me ahogaba por respiración intermitente y otras mi paellera salía a tomar vientos por un codazo impertinente o por el camarero despistado de turno.
Pero quizá lo que me preocupó más es que dentro de mi descerebrado cerebro, a fuego tengo que la discreción y prudencia han de estar siempre en primera línea de fuego. Y es que cuando íbamos a entrar al comedor vino una linda camarera de cofia y delantal impolutos y me ofreció lo que yo supuse que podía ser Sushi. A mí no me gusta pero yo vi las manos de la gente que lo cogía y yo hice lo mismo por eso de donde fueres haz lo que vieres. Pues bien, me lo metí en la boca, ¡craso error!, no era sushi sino toallitas para limpiarse las manos. Discretamente me lo saqué de la boca; no me ha reñido Pepe, así es que no lo vio. No sabía mal, una especie de limón con un poco de espumilla.
¡Lo qué bailé, lo qué salté! Hoy no me puedo levantar, el fin de semana me dejó fatal, pero eso es otra historia…


PD. En otra vida, recordadme que haga estudios para eventos nupciales; me encanta. Pepe está predestinado para eventos funerarios. Lo borda: la palabra justa, el consuelo necesario, cara de plañidero, la conversación indicada para el momento y el alabo al muerto con todas sus virtudes. ¿Veis? Para ese oficio no sirvo… Yo he nacido para los amores de la gran pantalla.

2 comentarios:

lillymarmat dijo...

Lola, me hiciste recordar cuando yo fui también a una boda de lo más finolis. Se casaban unos sirios. Ella era rubia como un hada. Yo que creía que por esos países todos eran morenos y de nariz grande. ¡¡UPSS!! Perdón por la ignorancia...En esa boda de re copete fue cuando probé el caviar. Y no me pareció nada del otro mundo.
Muy gracioso es tu relato a pesar de que hay palabras de uso español que acá no conocemos. En fin, igual me reí mucho. Cariños de Lily

Kasioles dijo...

¡Ya he recibido tu libro!
Con 320 páginas, seguro que me vas a mantener un tiempo entretenida.
Cuando termine el que estoy leyendo, comenzaré con la historia de Juana.
Te deseo muchos éxitos.
Cariños.
kasioles