lunes, 5 de junio de 2017

QUE SE MUERAN LOS FEOS

¡Me encanta ponerme fea! Bueno no; lo que me gusta es ponerme horrorosa. Me sienta genial. Costumbre que había abandona por años de insistencia de mi amiga Mari Pili; me decía de todo menos bonita y yo, ¡más leña al mono! Cuánto más me lo decía, era como un revulsivo contra la belleza. Pero me cansé y decidí hacerla feliz y salir decente al menos a la calle.
Sin embargo, la cabra termina tirando al monte siempre, siempre y hoy…, fea de narices. Me he encontrado a dos vecinas muy cariñosas que me han preguntado que si me encontraba bien y yo he contestado que divinamente. No obstante han afirmado que lo de la literatura no acababa de sentarme al cuerpo. Qué bordes, ¿no?
Todo el mundo tenía que ser como mi Pepe que cuánto más fea, más guapa me encuentra, y el día que me pongo mona me dice de qué voy. Claro que mi Peluche mayor el otro día afirmó que la pintura de indio a mi cara no me favorecía… Ahora que me estoy dando cuenta, ¿no será que estoy permanentemente horrorosa y cuando me adecento como que rechazan mi belleza suprema? No sé, me da igual.

¿Queréis imitarme? Os advierto que es facilísimo. A poco que no hagas ya estás sublimemente fea. Porque cuando eres joven, cualquier cosita como si no hay cosita, estás siempre muy linda pero, ¡ay amiga!, entra en una edad y verás. Tanto que aconsejo mirarse al espejo los días impares y con eso si quitas a mayores un día o dos, mejor qué mejor.

Yo, edad no tengo. Decidí borrarla del DNI y del pasaporte y del libro de familia y de la partida de nacimiento y la partida bautismal. Pero el cuerpo va por libre y ya puede una ser relimpia, quitar cualquier huella que te delate que… o te inflas los morros, te quitas papada, te rellenas las orejas, quitas los ojos o lo que hay a tu alrededor dejándote la cara que no te pareces ni a tu prima la de Puerto Rico o… Claro para eso hay que tener dinero y en este momento la cartera la tengo anoréxica, y lo poco que me queda prefiero invertirlo en risas con mis amigos delante de una copa., qué queréis que os diga, un amigo vale la pena más que una belleza ficticia.

La belleza está dentro y si eres mañoso y la entrenas te verán más bonita que un San Luís- por cierto no sé si San Luis era guapo, eh. Es un dicho castellano.
Pues sí, hoy era de esos días en que mirarme al espejo me daba la risa. Un pantalón de lunares, una camisita de franela de cuadros, una flor sujetando al pelo, un mechón suelto perdido y a su caer. Blanca como el pan candeal. Ojerosa, de esto mucho, muchito. Un bolso verde aprovechando que iba de azul y cuadros fucsias y unas deportivas de invierno con calcetines de rayas también de invierno aprovechando que hoy han bajado las temperaturas y hacen solo 30 grados; tan calentita que iba yo.

De verdad que me he encontrado genial y encima me he reído de mi misma. ¿Qué más quiero?
Tal vez por eso no esté de acuerdo con la canción “Que se mueran los feos”… Vamos, con lo sacrificado que es estar monilla.
¡Viva los horrorosos!

… ¡Qué paridas escribo! Aunque os advierto que a los escritores nos sienta genial de vez en cuando ver que nuestras letras son…

1 comentario:

Alfred dijo...

Di que si, ande yo caliente y ríase la gente.
Besos.