martes, 31 de diciembre de 2013

LOLA EN NOCHEVIEJA

Hola, soy yo, estoy desesperada y es treinta y uno de diciembre. Pepe me ha cortado el teléfono y no puedo llamar a Mari Pili, a mi tía Loli, a mi vecina de enfrente, a mi madre…, bueno, a mi madre da igual que hoy no la llame porque como no se ha muerto nadie interesante pues no me va a escuchar, pero es que es fin de año y yo tengo que despedirme para anunciarme después ya que en el 2014 deseo seguir siendo tremenda…, así que sentaros que os ha tocado escucharme.
He decidido ser sexy para el 2014..., por cierto, ¿en este nuevo año que se va a parir de un momento a otro, cuántos años cumpliré? Cuarenta y todos ¡Qué horror! ¿Eh, cómo se os queda el cuerpo? De todas formas esta mañana me levanté y me dije “Lola, pero que jamoncito estás, hija”… Pero jamoncito sin sabor, no os voy a engañar. Entonces, me puse a espachurrar las neuronas hasta que llegué a la conclusión que si me ponía sexy, tendría a Pepe entretenido y no me cortaría el teléfono… Sí, soy así de rudimentaria y el fin justifica los medios. Miré el monedero: ruinoso, pero a Pepe con las prisas se le había olvidado la tarjeta de crédito y me dije “Ahora o nunca” y salí con faldas y a lo loco.
¿Dónde fui? A una lencería. Entré en una finísima y la dependienta que parecía que se había tragado el palo de una escoba, con voz gangosa me pregunta:
-Señora, ¿desea algo?
-Pues claro.
-Dígame usted…
-Déme para mis…
-¿Un sujetador, Señora?
-Sí, eso.
-¿Qué copa?
-No gracias, a estas horas aún no bebo.
-Le pregunto qué copa de sujetador usa.
-Una que me valga, el tamaño me da lo mismo.
-¿A, b, c…?
-Con el abecedario completo.
-¿Color?
-Uno que sea total, ya me entiende.
-¿Desea braguita a juego?
-¿Tendrán para mi tamaño? Es hermoso como una plaza de toros. Mire, mire…
-No. Será mejor que se vaya Señora.
-¿Por qué? Traigo la tarjeta de mi marido para pagar. Mire, mire…
-No miro, Señora. Esta tienda no es la adecuada para usted.
-¿Y eso quién lo dice?
-Señora, le estoy invitando amablemente a que se vaya.
-Si yo quiero comprar.
-Vaya a comprar a otra tienda.
-Quiero comprar en ésta. A ver, señoritinga, déme docena y media de todos los colores en la talla extra XXXXL y para mis cosenos del tamaño de las naranjas de mesa también docena y media.
-Señora, ¿sabe lo que está usted diciendo?
-No, pero me es inverosímil. Déme lo que ha pedido.
-¿La tarjeta de su marido va a soportar semejante presión económica?
-¿La tarjeta, dice? La tarjeta sí, mi marido no, pero eso no es asunto de usted.
-¿Se lo va a probar?
-Por supuesto que no. Me lo probaré delante de mi marido y lo que no le guste, lo devuelvo mañana.
-Señora, estas prendas no permiten devolución.
La mujer con el palo de la escoba corriendo tieso por su cuerpo y mente me estaba poniendo de los nervios y yo tenía que solucionar lo de mi teléfono, así que le dije que me envolviera todo y ya vería como me las apañaba yo después…
-¿Cuánto es?-dije mirándola por encima del sobaquillo.
-Dos mil trescientos veinte euros, Señora.
-¿Cómo dice?-me quedé estrangulada- ¿Las bragas tienen música?
-No, Señora. Esto son piezas de artesanía. ¿Sabes usted lo que es artesanía?
-Lo que usted no sabe, hija mía, es ganarse el sueldo. Nunca juzgue las apariencias externas… Se equivocará.
… Y con las mismas, me salí muy digna del establecimiento… No soporto la prepotencia y menos para venderme unas bragas artesanas que, al fin y al cabo, no dejan de ser bragas, ¿no os parece?
Así que según volvía para casa, me he metido en una tienda de “Todo a un euro”, de chinos, claro, y por cinco euros me he comprado un par de set lenceros a cual más feo… No me queda más remedio que hacer el pase a mi Pepe a oscuras. Total, en la oscuridad todos los gatos son pardos… Espero que mañana ya vuelva a tener línea de teléfono. Ya os contaré y si resulta, os digo la dirección de mi chino lencero
¡Adiós, amigos, hasta el 2014!

Vuestra Lola, la sexy