lunes, 23 de septiembre de 2013

LOLA EN "Se va el caimán"

-Lola, ¿dónde vas?
-Al mercadillo, Pepe, con o sin tu permiso, pero yo me largo.
-¿No ves que me estoy muriendo?
-Mira Pepe, a lo larga y ancha de mi vida he visto muertos con más vitalidad que tú, así que “tranqui” tronco, no es tu hora.
-Estoy acabado, Lola…
-Qué vas a estar acabado, Pepe, si hace media hora has sacado el Espasa de quinientos tomos de tu espolvoreada calva… Un muerto sólo tiene huesos y tú, mírate que rebosamiento de carnes tienes aún…
-Tengo fiebre, tócame, toca, toca…
-Y un cuerno te voy a tocar, ¿y si me contagias?
-¿Qué te voy a contagiar yo, Lola?
-¿Tú? Cualquier virus de mala leche y no, Pepe, mi inquietud por falta de sesos no me la quita nadie… ¿Necesitas calzoncillos, calcetines, un poquito de optimismo? Ahora o nunca, aprovecha que me piro.
-¿Para qué quiero calzoncillos si me muero?
-¡Ay, hijo, no! Donde esté un muerto aseado y bien vestido, no hay color.
-¿Quién me va a ver los calzoncillos, Lola?
-¡Anda, éste! Pues el embalsamador que te embalsame…, buen embalsamador será…
-Quiero que me incineren, Lola.
-Vale, Pepe, si quieres que te churrusquen, te churruscamos, pero antes del supuesto churrusque, tendrás que estar expuesto ante el populus populi, y has de estar impoluto… Mira, puedo ponerte la peluca mía para que cuando te vean recuerden el pelo que un día tuviste.
-Lola, prefiero que me peines con raya al medio…
-Pero, alma de cántaro, cómo voy a hacerte raya al medio en la calva… ¿Con cartabón o con regla, Pepe?
-Ah, Lola, y me pones el traje de luto.
-¿Quién se te ha muerto, Pepe?
-Yo mismo, Lola.
-Ah, es verdad, Pepe… Yo también me vestiré de negro, me estiliza la figura.
-No es cuestión de cuerpo sino que pasarás a ser viuda.
-¡La viuda de España como la Pantoja!... ¿A qué hora tienes previsto morirte, Pepe? Te lo pregunto más que nada para saber a qué hora he de volver del mercadillo?
-Tal como estoy, Lola, no creo que llegue a la una y doce…
-Ya, Pepe, dime el segundo exacto, un poquito de por favor…
-El cuarenta y tres.
-Pepe, ese es tu número de pie…
-Y el de mi fallecimiento, Lola.
-Ah… Espera, ahora me seguimos hablando esta conversación tan alegre, es que me acabo de acordar que tengo que llamar a Peluche…
-Cuando vuelvas, tráeme la caja de pino, Lola.
-Sí, sí, lo que tu quieras, Pepe… ¿Peluche?
-Mamá, ¿cuántas veces te he dicho que no me llames al trabajo a no ser que sea un asunto de vida o muerte?
-Esto lo es, Peluche… Tu padre no hace más que decir bobadas… Si hasta ha perdido su mente privilegiada...
-Mamá, eso es que tiene fiebre, dale dos buenos lingotazos de coñac con un vaso de leche y que se duerma.
-Peluche, no queda coñac, se ha bebido la botella entera.
-Mamá, aclárate, entonces no está enfermo sino beodo.
-Hijo, qué hago con él…
-Dale un mamporro o cántale una nana… ¡Adiós!
-… Ya estoy aquí, Pepe…
-¿Qué te ha contado Peluche?
-¿Mamporro o nana, Pepe?
-Nana, Lola.

-“Se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquiilla… Voy a empezar mi relato, con alegría y con afán…Un día que me fui a bañar por la mañana temprano…  Vi un caimán muy singular, con cara de ser humano, qué sorpresa, madre mía, era mi Pepe… Se va el caimán, se va el caimán… Tralarí tralará…”… ¡Puff! por fin cayó… Mira que carita de dinosaurio tiene él tan dormidito.

viernes, 6 de septiembre de 2013

¡AY LOLA, LOLITA,LOLA!

-¡Loooola!
-¡Ay, qué susto, Mari Pili!... ¿Por qué todos me chilláis?
-Motivos tendremos, ¿no te parece?
-Mari Pili, a mí háblame claro, eh, sabes que soy más corta que las mangas de un chaleco y se me escapan hasta las moscas que me entran en la boca de tanto tenerla abierta.
-Pues te lo diré: me tienes harta.
-Nueva noticia, toda la vida oyéndote lo mismo. Dame datos, frecuencias, sintonía, numerología, algo…
-¿Es que no tienes memoria?
-Pues fíjate, Mari Pili, no sé si es por la ubicación de la parabólica, pero que pierdo la memoria como el canal, nada. A ver, muévete para la izquierda un poco… nada, chica.
-Pues te voy a poner yo a ti la memoria al fresco ahora mismo.
-¡Cuidadín! Que soplan los vientos alisios y se me enfría la memoria y es peor el remedio que la enfermedad.
-¿Sabes cuál es tu problema, Lola?
-Tengo tantos que están en cola. Eso sí, enumerados de principio a fin
-Pues el que te digo yo no lo tienes puesto en la cola del pescado, Lola.
-Mujer, si es pescadilla, sí, porque se muerde la cola.
-Qué pescadilla ni que niño muerto, leches. Si no hablaras tanto y observarás más…
-Pero, Mari Pili, como voy a observar si no veo, ni las gafas de culo de vaso me arreglan este desperfecto. Así que solo me queda hablar y hablar y, después, seguir hablando, así hasta quedarme afónica pero, fíjate, aún jamás me he quedado sin voz… Es un prodigio, ¿verdad? Sin duda tengo una garganta profunda.
-Es que si al menos, Lola, en tus profundidades encontraras algo hondo que decir… Pero lo tuyo en una sandez detrás de otra.
-Anda, claro, Mari Pili, ahí está mi mérito. Decir, decir y no decir nada y, así, no ofendo a nadie, ¿no te parece maravilloso?
-Pues para que te enteres, ofendes, y mucho.
-¡Leches, bollitos de pan, caracola, suizos y cruasanes! Dime a quién ofendo yo, rediez…
-A mí, sin ir más lejos ¿Te parece poco?
-Mujer, me habías asustado. Tú eres de casa y no cuentas. Pensé que había ofendido a mi Pepe y eso son palabras mayores porque no es sangre de mi sangre.
-¡Anda, coña! Ni yo tampoco.
-¡Gracias a Dios, hija! No me quiero imaginar que por ti corriera la misma sangre que la mía y tuvieras, por tanto, el mismo cerebelo que yo. No, Mari Pili, lo que tú y yo tenemos es mucho más grande que la sangre, el espacio, la luna y el sol…
-Lola, se te ha olvidado los planetas.
-Tienes razón, Mari Pili, como siempre… ¿Ves? Si tuviéramos el mismo RH y CO2, ahora no me estarías abroncando, con lo bien que te lo pasas tú montándome estos chochos…
-¿Y de qué me sirve, eh?
-De poco, no te voy a engañar, pero la bilirrubina que sueltas, ¿qué me dices? Ese sí que es un gran favor el que te hace mi sencilla y humilde persona, y tú a cambio, ¿qué?
-Tooooda la vida aguantándote.
-Cantemos, pues, Mari Pili ¡Toooda la vida, esperáaaaaandote estuve, y al ver que no llegabas, pegué la hebra con otra floooooooooooooooooooooor!


martes, 3 de septiembre de 2013

LOLA Y PEPE PERRO

-¡Loooooolaaaaaa!
-¡Ay, Virgen de la Capilla y del chiringuito más próximo! Qué te pasa Pepe mío…
-Llévate ahora mismo a Pepe perro, es un cerdo.
-Sangre de tu sangre, lo defenestras… Pero que sepas que yo por mi perro maaaaaato.
-Vale, vale, Lola, mata a quien se te ponga en la cresta de la peineta pero llévatelo.
-Dime por qué, Pepe, si es que tienes alama, corazón y vida…
-No hace más que tirarse oprobios, Lola.
-Que se tira ¿el qué?
-Oprobios, ventosidades, flatulencias…
-Ahhh, que se tira pedos, ¿no?
-No seas ordinaria, Lola.
-Es que en mi tierra, Pepe, los gases espedidos por el ano, séase el culo, se llaman eso… pedos, pedetes, peditos, dependiendo del tamaño del trasero.
-Lo que tú quieras, pero llévatelo, estoy intoxicado.
-Eso te pasa por tener los pulmones tan limpios, por tener la nariz sin vegetaciones, sin obstáculos y, claro, te entra todo. Tú prueba a no limpiarte las narices y ya verás como dejas de oler, hazme caso, Pepe mío.
-Lola, ¿alguna vez vas a dejar de decir tonterías?
-Pepe a mí me pasa como a ti con tu nariz: tengo la garganta limpia, sin habichuelas y entonces mis cuerdas vocales, como están tan afinadas, pues sale todo lo que llevo dentro que es mucho, y mi deber ante la humanidad es hablar, decir, cacarear, rebosar…
-Lola, llévate al perro.
-Pepe, y si Pepe perro tiene el orificio anal tan limpio que le pasa como a nosotros… Tal vez le deberías llevar, ahora que estás perdiendo el tiempo leyendo mentiras en los periódicos, al veterinario… Anda ven que te lavo los dientes y vas.
-Lavar los dientes, ¿a quién, Lola?
-A ti, hijo, a ti… Te advierto que lo hago por ti para que no te gastes.
-Coge al perro, ahora mismo y olvídame, ¿entendido, Lola mía?
-Pues no, Pepe mío, que más quisiera que olvidarte, pero no puedo, eres como una salmonela en mi piel y, si me faltas, me entra la salmonelosis.
-Pepe perro ven conmigo, ya verás qué bien, tú al balcón para que impregnes el aire de aroma y yo al silloncito a seguir leyendo.
-Pepe, no sabía que llevabas un artista dentro de ti, tu calva nunca deja de sorprenderme…
-¿Por qué dices eso ahora?

-Nada por la película de “Tú a Boston, y yo a California”…