sábado, 12 de octubre de 2019

LOLA CONSEJERA ECONÓMICA

¡Buenos días! La primera maldición que escupo es deciros que es lunes, aunque para mí todos los días son lunes o mi calendario está rallado; todos los días hago lo mismo: lavadoras, camas, polvo, comida, cena, plancha… ¿Cuándo descanso? Jamás. El cosmos debe de pensar que su Lola es mucho y no necesita vaguear.
La segunda predicción del día, es avisaros que las nubes vienen violetas y de tanto mirarlas me han hablado “Lolilla, prepárate y abre el paraguas, pues llega la ciclocrisis explosiva. Saca la patata” Así que aquí estoy para daros mis consejos económicos…
No me voy a andar por las ramas: la patata no tiene secretos para mí. Es más, hace escaso cuarto de hora me he erigido yo sola (no necesito ayuda de nadie) como reina de la patata 2019. Por si hay alguna duda, el año pasado me nombre reina del carnaval patatero.
Alguien se estará preguntando de qué puños está hablando hoy esta loca… Pues de la patata pura y dura. Tubérculo comestible, hijos míos. Porque no podéis tocar mi piel, pero está suave como la del culito de un niño. ¿Y por qué? Por la patata. Su poder suavizante es la caña y, para más bemoles, calma el dolor y deshincha las zonas hinchables… Que te quemas, patata… Que tienes acné, toma más patata… Que tus ojos están cansadísimos, más patata… Que viene la crisis, pues más patata.
Tranquilos, no tengo ni me he comprado un patatal; lo mío es más sesudo. Comenzó cuando…
Llegó la primera crisis oficial. No hagáis cuentas, en mi casa media vida y más, hemos estado en crisis. Pero el día que aterricé a darme cuenta, no guiándome por la intuición, fue cuando saqué mi súper monedero Louis Vuitton para pagar medio kg de plátanos y nada más que encontré en mi lindo monedero el crucifijo que llevo siempre y un triste euro. Me quedé parada, luego helada y por último miré al crucifijo y le dije “Qué, para cuándo el milagro de los panes y de los peces…” Ni me contestó, ni actuó. Así que me llevé dos plátanos nada más.
Una vez en casa, me puse a machacarme los sesos, mucho, mucho rato, pero me di cuenta que mis sesos han sido siempre escasos, de nada servía estar perdiendo el tiempo. Así que como primera medida metí en el cajón de los dulces recuerdos mi monedero Louis Vuitton; eso sí, saqué el crucifijo. Era ridículo ir de it girl con un Vuitton lleno de aire. Saqué un monedero de plástico con el anagrama de la Tour Eiffel, metí el crucifijo a ver si se explicaba en el nuevo habitáculo…, y se explicó, vamos que si se explicó.
No penséis lo que no es; no se me multiplicaron las monedas ni los billetes.
¿Recordáis la película de Casablanca cuando se dicen “Siempre nos quedará París”? Pues a mí, en versión patata. Nunca, jamás, desde entonces abro el monedero y tengo para comprar patatas. Otra cosa no, eh.
Total, me puse a espachurrar la imaginación, que de esa tengo una jartá, y toma que toma patata. De todas las especialidades, variedades, viudas, solteras, casadas, divorciadas, fritas, en tortilla, en salsa, sin salsa….
¿Qué he logrado? Primero dar de comer a mi familia, eso sí, cada vez tienen más cara patata, y no sé cuánto tiempo más podré sostener esta situación antes que me den con la cazuela en la cabeza. Y segundo, pues que me dejen de dar la tostada con la pregunta recurrente “¿Qué hay para comer?” Ya no me lo preguntan, les he dejado mudos o sin palabras, tanto me da.
Esta mañana he leído mi horóscopo chino y lo decía claramente “Usted no gaste, se avecinan tiempos duros” … Como comprenderéis, mi generosidad es tan inmensa que considero mi deber avisaros para que luego no me vengáis llorando diciéndome “Lola, no tengo tiempo para leerte” Ahorrad tiempo para cuando yo venga, ¿vale?
¿Os he dicho que es lunes? Hoy no compréis patatas, son de la semana pasada. Compradlas mañana.
M Ángeles Cantalapiedra, escritora
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