Mi perro es gay. Lo digo desde un principio y asunto zanjado. Aunque no deja de ser un asunto peliagudo porque, de nada sirve que yo lo asimile, si luego, esta familia que me tocó en suerte, me lo discrimina.
Aún recuerdo el día que llegué a casa con el chucho. Era un cachorrillo que me encontré abandonado; venía yo con mi amiga Mari Pili del mercadillo y nos topamos con él.
- ¡Mira, Lola! Éste sí que es el ofertón del año, es gratis.
Claro, oír la palabra oferta seguida del mágico término “gratis”, se me hizo el trasero gaseosa y agarré al animal.
- ¡Mira, Lola! Éste sí que es el ofertón del año, es gratis.
Claro, oír la palabra oferta seguida del mágico término “gratis”, se me hizo el trasero gaseosa y agarré al animal.
Nada más llegar al hogar, dulce hogar, Peluche sentenció:
-Mamá, no tiene pedigrí -este chico es clasista desde la cuna- seguro que es de veinte padres.
-Mejor, niño, tener veinte que no tener ninguno.
El problemón vino cuando lo vio mi Pepe.
-Pepe, mira qué lindo es…
-Es feo de cojones, Lola…
Sé que el pobre chucho lo entendió porque a partir de aquel día, cada vez que veía a mi Pepe, bocado que daba a uno de sus calcetines. Pero, no obstante, el perro le seguía a todas partes, hasta el punto que hubo un momento que los gestos suyos era idénticos a los de mi Pepe. En ese histórico instante, en el que aún no estaba bautizado, tuve una iluminación: le llamaría Pepe Perro. Estaba convencida de que sería un gran honor para mi Pepe. Me equivoqué; le odió aún más… Me dio igual, le seguí llamando Pepe Perro y, el resto del núcleo compacto familiar, Chucho, a secas. Como es muy listo, responde a todo.
-Mamá, no tiene pedigrí -este chico es clasista desde la cuna- seguro que es de veinte padres.
-Mejor, niño, tener veinte que no tener ninguno.
El problemón vino cuando lo vio mi Pepe.
-Pepe, mira qué lindo es…
-Es feo de cojones, Lola…
Sé que el pobre chucho lo entendió porque a partir de aquel día, cada vez que veía a mi Pepe, bocado que daba a uno de sus calcetines. Pero, no obstante, el perro le seguía a todas partes, hasta el punto que hubo un momento que los gestos suyos era idénticos a los de mi Pepe. En ese histórico instante, en el que aún no estaba bautizado, tuve una iluminación: le llamaría Pepe Perro. Estaba convencida de que sería un gran honor para mi Pepe. Me equivoqué; le odió aún más… Me dio igual, le seguí llamando Pepe Perro y, el resto del núcleo compacto familiar, Chucho, a secas. Como es muy listo, responde a todo.
El caso es que, cuando se hizo medio adulto comenzó a mostrar unas tendencias sexuales, que no políticas -eso vendría después- extrañas. Primero se ligó a la gata del tercero A, pero ésta pronto le abandonó por un siamés. Peluche me advirtió:
-Ves, mamá. Si hubiera tenido pedigrí, no hubiera sido abandonado -mi hijo tan sesudo como su madre.
El caso que estuvo deprimido hasta que descubrió al periquito de mi madre. Fue amor a primera vista; flechazo total. Esto sí que fue pasión. Tanta que, en uno de los zarpazos, se lo cargó. Menuda la que se armó. Mi madre le quería matar, mi Pepe echar de casa - no soporta a mi madre, pero en esa ocasión la utilizó vilmente- y los niños, mucho más razonables que los adultos, decidieron realizar un juicio. Antricisto hizo de juez y no tuve problema porque saqué mi monedero a pasear y Pepe Perro salió absuelto por falta de pruebas concluyentes.
-Ves, mamá. Si hubiera tenido pedigrí, no hubiera sido abandonado -mi hijo tan sesudo como su madre.
El caso que estuvo deprimido hasta que descubrió al periquito de mi madre. Fue amor a primera vista; flechazo total. Esto sí que fue pasión. Tanta que, en uno de los zarpazos, se lo cargó. Menuda la que se armó. Mi madre le quería matar, mi Pepe echar de casa - no soporta a mi madre, pero en esa ocasión la utilizó vilmente- y los niños, mucho más razonables que los adultos, decidieron realizar un juicio. Antricisto hizo de juez y no tuve problema porque saqué mi monedero a pasear y Pepe Perro salió absuelto por falta de pruebas concluyentes.
Pepe Perro sobrevivió al holocausto. Es más, hasta mi Pepe le llevaba con él a comprar el periódico hasta que un día se enzarzó con otro perro. A ver, Pepe Perro se encontró una pelotita perdida y se puso a jugar con ella. En esto, llega un chihuahua que se la quiere quitar y Pepe Perro no se deja. El otro insiste y mi chucho le da un bocado. El dueño de chihuahua, que lo ve, monta “un pollo” que mi Pepe no entiende - luego se enteró de que el fulanito hablaba otro idioma, chino mandarín- y pide disculpas y se va corriendo arrastrando a Pepe Perro.
-Lola, a este chucho no lo vuelvo a sacar a la calle.
- ¡Cobaaaaaarde! No has sabido defender lo que es tuyo.
-Lola, ¿tú, estás tonta?, la pelotita podía ser de cualquiera. Estaba en la calle. No me seas peripatética.
-Ni tú calzonazos, Pepe.
El caso es que a partir de aquel día nadie quiso sacar al chucho, sólo yo.
-Lola, a este chucho no lo vuelvo a sacar a la calle.
- ¡Cobaaaaaarde! No has sabido defender lo que es tuyo.
-Lola, ¿tú, estás tonta?, la pelotita podía ser de cualquiera. Estaba en la calle. No me seas peripatética.
-Ni tú calzonazos, Pepe.
El caso es que a partir de aquel día nadie quiso sacar al chucho, sólo yo.
Héteme que vamos los dos al parque y le suelto para que juegue y ahí descubro la nueva inclinación del perro; se ha pasado al bando de los gays... Es sorpresivo como yo. Ni puñetero caso a las perritas, sólo a los machos. Conclusión: Pepe Perro convulsionado por la moda, ha decidido descubrir nuevas tendencias. ¿Me lo callo o suelto el bombazo en casa?
... Pero se me ha adelantado Peluche lanzándome un torpedo de noticia:
- ¡Mamá, mamá, corre ven!
- ¿Qué pasa, Peluche?
- ¿Has llevado alguna vez al veterinario a Chucho?
-No, no lo cubre la Seguridad Social. Le administro yo directamente todos los potingues, es más barato.
-Mamá, este perro no es macho.
Yo me hago la sueca y pongo cara de media sorpresa. La verdad, poco convincente. Se me ve a tres leguas el plumero.
-Mamá: Pepe Perro es hembra.
- ¿Cóooooooomo dices? -ahora sí que mi cara es un poema.
-Si, mamá, ¿no ves?, no tiene pito y mira cuantas tetillas tiene y, fíjate, qué gordas. Mamá… ¿Pepa Perra no estará embarazada?
¡Ay, Santa Críspula del Perpetuo Socorro!, otro lío…
- ¡Mamá, mamá, corre ven!
- ¿Qué pasa, Peluche?
- ¿Has llevado alguna vez al veterinario a Chucho?
-No, no lo cubre la Seguridad Social. Le administro yo directamente todos los potingues, es más barato.
-Mamá, este perro no es macho.
Yo me hago la sueca y pongo cara de media sorpresa. La verdad, poco convincente. Se me ve a tres leguas el plumero.
-Mamá: Pepe Perro es hembra.
- ¿Cóooooooomo dices? -ahora sí que mi cara es un poema.
-Si, mamá, ¿no ves?, no tiene pito y mira cuantas tetillas tiene y, fíjate, qué gordas. Mamá… ¿Pepa Perra no estará embarazada?
¡Ay, Santa Críspula del Perpetuo Socorro!, otro lío…
Buen fin de semana... siempre con sonrisa
M Ángeles Cantalapiedra, escritora
©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla...Gymnopédies
M Ángeles Cantalapiedra, escritora
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