jueves, 22 de enero de 2009

LOLA LA INDIA

Estoy del personal, alias gentuza, hasta más arriba de las plumas. Qué ganas de decirles “Cacho cabrones, hijos de Satanás & Company…”, pero luego me digo “Lola, ¿para qué, puñetas, te vas a gastar?” Aunque me fastidia que me tomen por tonta. Porque una cosa es estar sonada, zumbada del verbo vibrar, y otra muy distinta que yo, la Lola, tenga ojos, oídos, un poco de cabeza –no mucha, pero algo sí- para darme cuenta de que me quieren tomar el pelo, engañar o abusar de mí porque pueden llegar a sentir que soy más infeliz que un cubo.
¡Y un jamón!, de bellota si puede ser. Si transijo es por el tema éste tan en boga que es la conciliación, o lo que toda la vida se ha llamado “ponte en el lugar del prójimo a ver si padeces o haces lo mismo”, o si me apuráis lo llamaría “Cesión para no levantar cóleras innecesarias”
Ay, amigos, concilias y venga a conciliar, y lo más bonito que pueden pensar de ti es que eres una pringada o mema… ¡Y un jamón!, si puede ser un Joselito, mejor.
No tengo inconveniente en desarrollar mi inteligencia emocional seiscientas veces por minuto si hace falta, pero me pregunto “¿Quién la utiliza para mí?” Nadie; así de crudo.
Y, claro, uno puede ir de gilipollas por la vida tan contento como Caperucita por el bosque, pero un buen día, te encuentras con el lobo feroz que tiene la sana pretensión de arrebatarte tu linda cestita cargada de ricos manjares… ¡Y un jamón!, de recebo si puede ser… le pego una patada en los huevos –digamos sus partes para ser fina- al lobito que se queda eunuco de por vida.
Diréis que soy violenta; pues no. Pero cuando los pelos de la cresta apuntan tiesos al cielo, es que mi paciencia ha tocado el sol y se ha achicharrado… Y mirad que está lejos.
… No quiero seguir hablando porque una es muy discreta y comedida y, además, lo más triste, es que de nada me sirve porque uno cuando nace, dicen los listos que te haces, y yo digo que no. Si naces lerdo, te mueres babieca. Te afinas, te afinas, pero si la mona es mona cuando la levantan las faldas del Dolce & Gabanna se descubre lo inevitable; es decir, una mona.
Pues eso, yo he nacido con las mangas del chaleco un poco cortas, pero no por eso, el personal, alias gentuza, tenga derecho a abusar de mí… Es que como lo vuelvan a intentar los dejo eunucos a todos/as…, y a ver cómo crece el índice de natalidad; y yo ya no puedo reproducir porque estoy más pasada que un arroz.
Os estaréis preguntando, si es que alguien me escucha porque si no me escucha, yo lo entiendo, qué diantre me pasa hoy… No es hoy, son todos los días. Lo que pasa es que soy muy putilla y disimulo, pero cada vez me parezco más a los indios cabreados y cualquier día me veis por el Paseo de la Castellana subida a un pony con todas las plumas tiesas como en el desfile de Obama… Al tiempo.
… Por cierto, ¿no os he dicho por qué estoy enfadada, verdad? Pues lo lamento, no os lo puedo contar, se me ha olvidado… Pero lo que es seguro que era algo muy gordo porque si no, me acordaría.

7 comentarios:

esgrasiao dijo...

yo, indio gafe decir no enfadar, fumar pipa de la paz.jau

Juan Carlos Garrido dijo...

Todos nacemos inocentes; por eso, en la más tierna infancia, sabemos que el mundo es una jungla y somos egocéntricos e implacables; más tarde, la educación nos impregna de todas esas monsergas que citabas, de las que no nos conseguimos desprender hasta que somos demasiado viejos como para que ese conocimiento nos sea de utilidad.

Saludos.
(Por cierto, somos compañeros de publicación en "a contrareloj", creo, el mío fué el I).

sandman65 dijo...

Leyéndote no me ha picado ni la curisosidad por saber por lo que estaba cabreada la lola ;), me encanta eres genial

Catalina Zentner Levin dijo...

Lola 1, 2 y las que sigan, son un deleite conocerlas.

Abrazos y gracias por tus palabras en mi Blog.

Juan Duque Oliva dijo...

Seguro que ahora ya estas mucho más relajada, que descargue de adrenalina,e so es bueno

Besos

Isabel dijo...

Siempre me haces sonreir con las historias de Lola. Un beso

Neverknowsbest dijo...

Jajajaja, o sea que al final me he quedado sin saber ni por qué estabas enfadada.

Pues nada, un sorbito de la pipa de la Paz y hala...