-Tengo una muñeca vestidita de azul con su camiseta y su canesú. Ea, ea…
-Lola, ya he llegado… ¿Dónde estás?
-No chilles, Mari Pili, que estoy durmiendo a mi muñeca.
-¡Leches!, qué fea es. ¿De dónde has sacado eso?
-De un armario, Mari Pili. De donde se sacan todas las reliquias.
-¡Ños!, Lola vuélvela a meter en el armario. Sólo mirarla produce gases.
-No sabes qué alegría nos ha producido a ambas reencontrarnos, Mari Pili. Pero, claro, qué vas a comprender tú que no tuviste niñez.
-Ya, y tú no has salido de ella, Lola. Te aconsejo que nadie la vea. Dan unas ganas de tirarla por el balcón.
-No te preocupes, eso ya lo ha hecho Pepe. No veas qué susto se ha pegado cuando se ha despertado y la muñeca estaba durmiendo a su lado…
-¿Y has bajado a la calle a por ella?
-No, qué va. Me la ha subido el portero.
-Ah… Ya decía que estaba pálido tu portero. ¿Y cómo sabía que era tuya?
-No sé, me ha sorprendido a mí también. Dice que se tira mucho aire a mí. ¿Tú crees que sí, Mari Pili?
-Mujer…, es desalentador que tu portero te vea como a la niña del exorcista… Ay, Lola, es que es calcadita… Ay, qué miedo, me voy a mi casa.
-Mari Pili, por dios, ¿no recuerdas tus muñecas, no te produce ternura?
-jamás tuve una birria semejante… Lola, si es que está hasta calva, cómo me va a producir ternura eso. Anda, si está manca. ¡Joder, Lola!, esto es mucho tomate para mi cuerpo.
-Y mira, se la quita la cabeza, Mari Pili… Ay mi chiquitina, ya verás cómo vas a vivir bien ahora. Ea, ea…
-Sí, sí, acúnala… Te advierto que os podéis ir a una feria de pueblo las dos y ganar mucho dinero.
-¡Qué idea, Mari Pili! ¿Quieres ser nuestra manager?
-No, gracias. Tengo el cupo de esperpentos totalmente lleno.
-Mira ya veo que no me tomas en serio, así que lárgate a tu casa. Yo voy al mercadillo a ver si encuentro una sillita barata.
-¿Par qué, Lola?
-Para sacarla al jardín. Está demasiado pálida. ¿No lo notas?
-Sí, mucho. Maquíllala y ponla colorete como a la tonta del bote.
-¿La pongo coletas?
-Síiiiii, y lazos pistacho.
-Vale… ¿Vienes al mercadillo?
-Si llevas a esa monstrua, pues va a ser que no, Lola.
-La tengo que llevar para probar el cochecito, Mari Pili. Mira, la meto en la bolsa de la compra.
-Me da que me da lo mismo. En el momento que la saques de la bolsa se producirá el pánico en el mercadillo.
-Mejor, Mari Pili, porque nos quedaremos solas y como no habrá nadie para pagar la mercancía que adquiramos, nos saldrá gratis.
-Es verdad, Lola… venga date prisa.
-Espera que la pongo el trajecito de paseo a ver si coge frío.
-Ésta no coge ya ni la peste, Lola. Llévala en bolas para que asuste más.
-De verdad, Mari Pili, no tienes corazón.
-Ni tú cabeza, Lola… Quién me ha visto y quién me ve paseando a la niña del exorcista y a su madre… Puerca miseria, qué bajo he caído.
3 comentarios:
¿Y pensar que hay a quien le cae bien la niña del exorcista?
Lo de mi desvan, era un coche de bomberos, lo que pasa es que estaba, logicamente, construido en madera y los bomberos clavados a sus asientos por el culo.
Mas de un pinchazo me di cuando quise soltarlos para apagar un fuego.
Y mas de un cachete recibí cuando, con las cerillas de la cocina, prendía un periodico.
Cosas de ayer.
Besos para la pareja, mis queridas Mari Pili y Lola
Linda la cancion de la muneca acorde con tu texto
"La lleve a la playa
Se me constipó,
La lleve a la casa
La niña lloro.
Brinca la tablita
Yo ya la brinque
Brincala de nuevo
Yo ya me cansé.
Dos y dos son cuatro,
Cuatro y dos son seis,
Seis y dos son ocho
Y ocho, dieciséis".
Un beso grande, mi queridisimia Ma. Angeles.
Estoy con Mari Pili, las muñecas me producen un noséqué desagradable...
Esta Lola no para de hacer locuras.
Besos.
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