-Monchita, no querrás que te cuente lo que me pidió Pepe ayer a la una de la mañana… Qué desvergüenza, qué desfachatez, qué tortura de hombre… ¿Te lo cuento, Monchita?
-No, Lola, pero lo vas a contar igual, así que empieza.
-Fíjate, Pepe me pidió que le cosiera un botón. ¿Tú te crees que son horas?
-Lola, te recuerdo que son las cuatro de la mañana y no has parado de hablar…
-¿Quieres que explote, Monchita, eh? Antes muerta que callá
-Igual que Monchín… Si es que sois calcados.
-Ah, no, eso no te lo consiento. Yo no me quejo, digo verdades.
-… Y tonterías, Lola… Por cierto, me duele este lado… mira, mira, el que está más abajo del espinazo.
-Buenas noches, doña Monchita, aquí estoy para darle la ración de chute.
-Buenas noches, enfermera.
-¡Alto!... Usted, quién, coños, es…
-Es la enfermera, Lola. Déjala hacer su labor.
-Y un cuerno… A mi amiga no la toca ni San Pedro.
-Lola, cállate, me va a poner el antibiótico.
-El antirrábico ese lleva alcohol…
-Señora, por dios, desde cuando un antibiótico lleva alcohol.
-Es que si no lleva unas gotitas de orujo a mi amiga no la toca ni Rasputín. Así que lárguese.
-Vale, vale, ponga a mi amiga el veneno ése… pero con una condición…
-¡Lola!
-Cállate Monchita, que se lo que me hago.
-A ver, señora, qué quiere…
-Enfermera no haga caso de mi amiga y usted haga su labor.
-Tranquila, doña Monchita, sé lo que hago. He estado cincuenta y cinco años en el pabellón de psiquiatría y sé cómo hay que tratar a estos elementos.
-¿De quién habla usted, doña enfermera? Porque si es de mí, lo tiene claro. Me dieron por perdida antes de nacer, así que, o pone dos docenas de bollos en vena a mi amiga, o se larga por donde ha venido… Decida.
-¡Lola!
-Que no me callo, Monchita. Esta gente de cofia y delantal blanco con termómetro lo que les pasa es que tienen una fijación con los gordos.
-Señora, no querrá que llame al agente de seguridad y la echen del hospital, verdad.
-Llame, llámele.
-Ahora mismo…
-Corre, Monchita, vistote.
-Pero, a dónde me quieres llevar, Lola…
-A Telepizza, Monchita. Desde allí llamaré a mi vecino el fontanero. Date prisa…
-¿Para qué queremos un fontanero, Lola?
-Hija, para qué va a ser. Te quita los gases, te desinfla, te desatasca y mano de santo.
1 comentario:
LOLA seguís salpicando de rosa nuestra vida poeta!!!
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