¡Qué feliz estoy,
amigos y amigas, vecinos y vecinas, enemigos y enemigas, niños y niñas, padres
y madres, cuñados y cuñadas, médicos y médicas, suegros y suegras, listos y
listas!... Por dios, qué cansino esto de estar nombrando sexos y más sexos para
no excluir a nadie, ¿La RAE sabe de estas nuevas modas? En mis tiempos esto era
más sencillo, más simple.
¿Me estaré
quedando obsoleta o simplemente tonta de remate por seguir las costumbres de
hogaño? Yo qué sé y hace mucho calor para pensar en cosas sin seso.
Bueno, como os
decía amigos, voy a resumir sexos, no os ofendáis, estoy muy feliz. Llegó el
verano, llegué al pueblo, dejé de limpiar y vuelvo a ser conductora ocasional.
Mi Pepe hace
muchos años me regaló un cochecito…, el más feo que despachaban en el mercado,
hasta el color azul desteñido es feo pero me siento la reina de la carretera.
No corre, casi no da aire pero le funcionan las ventanillas, sin embargo es
maravilloso, mi fiel escudero. Se hace chico, se hace grande, vamos que se
abaten los sillones si es que no se atascan, siempre sucio y siempre
esperándome en la puerta de casa. Me trae, me lleva, me avisa si tiene hambre,
no protesta, no me lleva la contraria, no discute y, ¡qué música se oye!, eso sí, solo una frecuencia, la antena pasó a mejor vida.
Decidme, ¿qué más
puedo pedir? Más de uno pensará dónde va esa con ese cascajo; quienes hablan
así no saben que pertenezco al club de los sin complejos. Si hasta enseñó a mis
Peluches a conducir. Claro, Peluche mayor ahora prefiere ir andando antes que
montarse en mi bugui, ¡ay cuánto tonto y
tonta sueltos y sueltas sin saber que lo son! El mundo es infinito si pierdes
los reparos, esas vergüenzas que acomplejan y no aportan.
Peluche pequeño el
otro día me lo trajo de Madrid. Llegó sudando, tardó por encima de la media estándar
y nada más que posó su mirada furibunda en su madre dijo “Odio venir con tu
mercadillo, madre” Todo porque venía como…, pues sí, parecía que en cualquier
cuneta de la autovía pararía y pondría un mercadillo de plantas, libros,
aceites de Sierra Magina, un par de abrigos por si hace frío, unas cazuelas que
aquí no tengo…, cosillas útiles para cualquier ama de casa histérica de estar
donde esté pero estar rodeada de sus chismes.
Y mi bugui vino
deslizándose por la autovía a velocidad de crucero por la derecha para no
incordiar la potencia de los buguis de verdad o de otras clases sociales automovilísticas.
Voy ahora mismo a
dar un beso a mi Pepe por tanta felicidad, y después sacaré el abanico; este
calor no hay quien lo aguante, y pensar que tengo que bajar a Valladolid con esta caló en el bugui con ventanillas abiertas para que entre más calor se me derriten las malas ideas.
¡Qué dignidad
tiene mi bugui!
3 comentarios:
Amiga bonita, escribes tan bien, describes todo con tanto brío que te he imaginado en tu bugui, lleno a rebozar de cachivaches, pero orgullosa y airosa, con tu melena al viento, aunque no hay viento..Solo una brisilla caliente que llega desde Africa...
Te contaré, avergonzada, que no sé conducir. El Pepe que yo tenía y que ya no tengo, me ofreció un día comprarme un Austin mini, pero yo dije : No, una casa primero....Y no aprendí a conducir ni tuve casa.
¡ Ingenuidades de la vida!
Aquí hace un frío para congelar elefantes y estoy con amigdalitis.
¿ Nadie le ha contado a Trump que lo del cambio climático no es cosa de los chinos?
Yo tengo un VW de 1961 para que te des una idea, como dice mi hijo es del 2011 ya que fue el año que lo adquirimos y le cambiamos todo, claro original pero mas moderno ;)
Son vehículos muy fieles, se de lo que escribes aquí. Besos preciosa.
uuuuff susupirosss tuve un novio que tuvo un bugui era lo máximo !!!, nada como llegar a tu refugio y relarjarte , excelente y ameno el texto un abrazo grande desde mi brillo del mar
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