Y yo
pregunto, ¿Diosito, por qué me pongo tacones si termino caminando con los
dientes? No me contesta, claro. Está harto por meterle en mis ensaladillas
estilísticas; no se lo tomo a mal.
Sin embargo
a mi Pepe, sí. Sí, porque sí. No es normal que en vez de decirte “Qué cuerpo,
qué belleza, qué todo”, me diga con tono, además, cansino, de los que no
disimulan “¿Ya estamos? Un día me partes el brazo” Un borde. Todo porque trato
de caminar apoyada de su brazo andando igual que si estuviera todo el día
subida a unos tacones mientras guiso mis patatas a lo pobre.
Y lo
malo, no es el dolor de pies, ni hacer equilibrios en el suelo, no. Lo malo es
cuando los pierdo. No conscientemente, simplemente se deben hartar de mí y
salen volando y a lo mejor se quedan escondidos debajo de un coche y mi Pepe se
tiene que, primero agachar, luego reptar y por último capturar. Eso le enfada…,
y mucho.
Bueno,
un día que le notaba un poco tenso con el tema de los tacones, cuando perdí el
izquierdo, no dije nada, pero me lo noto porque mi cuerpo, mi textura de mujer,
se había contrahecho, entonces me miró furibundo y me dijo “Ahí te quedas”
Parece
mentira que no me conozca. Él se fue, pero yo también, ladeada pero me fui. Al
rato vino, más furioso de lo que se fue; es leal hasta enfadado.
-Lola,
Busca el otro zapato y póntelo ahora mismo.
-Ya
quisiera, Pepe, pero entre la faja que es como una escafandra y el vestido
tubo, no puedo.
-¿Sabes
lo que me han preguntado?
-Ni
idea pero viendo con los que estabas, seguro que algo tan sesudo como tú.
-“¿Desde
cuándo no tienes dinero para comprar dos zapatos a tu mujer?” Y luego se han
echado a reír.
-Primero,
García, no soy tu mujer, es una expresión machista. Y segundo, ¿quién te manda
estar con tontos del culo?-me dejó con la palabra en la boca y se fue.
Menos
mal que pasó un camarero y le pedí encarecidamente que me recogiera el zapato.
Claro, como iba con una bandeja con copas, me pidió amablemente que se la
sostuviera mientras me cogía el zapato,
¡Fenomenal!
Terminé la velada nivelada. Eso sí, la bandeja fue a tomar café porque mi
desnivel con la bandeja llena de copas con líquidos, hubo unos micro segundos
que sufrieron una especie de terremoto y, ¿diréis a dónde fueron a parar?
Encima de mi Pepe.
Seguro
que venía a perdonarme, pero después de eso, ya no lo hizo.
¡Qué
hombre tan rencoroso y poco comprensivo!
6 comentarios:
Pero Lola, como dices eso de tu Pepe si lo traes por la calle de la amargura, pobrecito.
Gracias por este año de amistad y compañóa.
Amor, Paz y Felicidad, en estas fechas y siempre.
Un abrazo.
Ambar
Lola está mucho mejor que yo. Estoy a sopa de arroz como las viejas.
Besos de Reina
Yo también quiero un Pepe leal hasta enfadado :(, los tacones son un sufridero, te cuento una anécdota, en la boda de mi prima, todas regias, bien vestidas y altísimas, guapas, duramos así solo 20 minutos de la recepción mientras los novios bailaban luego.....fuerza zapatos eso fue un despelote de las risas.. jajajajaj besos linda :*
Lola…no hay mejor adorno para el arbolito de Navidad, que una sonrisa.
No hay mejor regalo que encontrar bajo el arbolito, que el amor de nuestra familia.
Gracias por un año de amistad y respeto, felices fiestas ♥
¿ Como se me pudo haber pasado este relato de Lola- Penélope y sus zapatitos de tacón?
Me encantó. Y además supe que tu Pepe se apellida García. Sí, a mi ex también le encantaba decir que yo era " su mujer" Creo que le sonaba muy erótico. Pero, a mí no. Incluso a menudo le decía: Yo, en primer lugar soy una persona. Una persona del sexo femenino. Así es que más consideración, si me hace el favor...Y bueno, ahora, más que nunca no soy de nadie y ando por la vida como un calcetín huacho. Pero, mejor. Ser dueña de mí misma es solitario pero digno.
Los zapatos altos son tan femeninos y hermosos pero nos hacen pasar sustos y nos colocan en situaciones delicadas.
Lindo blog, me quedaré leyendo más.
Abrazos.
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