Cuando terminé de hablar con las paredes, me di cuenta que no soy
nadie sin mi Pepe. Nadie me replica, nadie me contradice, nadie me
enseña. Vamos, me aburro como una ostra, me falta vidilla, la sal de mis horas.
Así que nuestros reencuentros son lo más. Lo de menos es que al minuto y medio
yo ya estoy en la posición de salida que no es otra que la de enfadada. Claro
que lo más tremendo para mí y suerte para Pepe es que me enfado tanto que
cuando voy a recapitular los agravios ejecutados por mí Pepe, no sé por cuál
enfado he de darme por ofendida, se me han olvidado. Lo más inteligente sería
un enfado globalizado pero como mi desmemoria es global, mi supuesta
globalización es un fiasco, insisto, para suerte de Pepe.
Y es que esta semana he estado sola hasta que apareció mi Pepe en
posición de caballero medieval a rescatar a su dama ¡Qué semana, mamma mía!
Está visto que cuando algo se tuerce, no hay que engañarnos; la
situación es susceptible de empeorar y mucho, eh. Pero cuando la situación
parecía próxima a enderezarse y mi cabeza emerger a un nuevo mundo como Colón,
llegó el fontanero y me remató.
Yo pensaba que como mi Pepe no había más que él en su especie, ni reproducciones,
ni copias, ni ná. Sin embargo apareció el fontanero de nombre Cristóbal… Solo
digo que era mi Pepe en versión triple. Me dejó tartaja.
“Señora esto es una bomba de relojería, de un momento a otro
estalla” Yo achicaba aguas con la escoba mientras él me ahoga en desastres
naturales. Por culpa del local de mi madre, Valladolid se vería obligado a ir
en barca para comprar el pan… Igualito que mi Pepe cuando se pone a enumerar
los cataclismos que pueden llegar a suceder si… Menos mal que “ese si…” casi
nunca se da, a dios gracias. Pero el fontanero, insisto, en versión triple,
igualito que si te tomas un dry Martini triple, actitud que aunque fueran horas
de no estar puestas las calles vallisoletanas aún, debí hacerlo y tomarme un
par de ellos para no soportar conscientemente al tal Cristóbal.
Me libro del fontanero, una vez que le pago por contarme las
catástrofes porque otra cosa no hizo y llega a mi vida “otro propio” de corte
distinto con resultados similares. El fulano se pone a mirar las paredes, los
techos, a poner cara de asco, si me apuráis sentí hasta su desprecio en mi
ánimo ahogado previamente por Cristóbal. Mi cabeza ya solo daba de sí para
decirme “Escúpele, dale una patada en los güevos”, pero me contuve más que nada
porque me empezaba a bloquear y encima ya estaba tartaja y cada vez que el
fulano me hablaba yo parecía potencialmente idiota con un par de pedruscos en
la boca que impedían que le dijera “Vete a la mierda”
Se largó por dónde había venido, a dios gracias, y llega un buen
hombre, por fin, a mi vida. Me arregla la puerta, le pago, se va y…la puerta
que no cierra, que sigue rota. Mentalmente me puse a llorar aunque lágrimas no
salían, bastante ahogada estaba yo de agua como para que mi cuerpo se pusiera
también a expeler agua.
Y llegó mi Pepe montado en su rocín negro maldiciendo porque
no encontraba hueco para aparcarlo. A mí a esas alturas, me importaba un pepino
que los mil caballos negros de Pepe fueran a ser multados por un propio
vallisoletano cuyo objetivo es engordar las arcas municipales a costa de los
rocines y sus conductores. A mí lo que me importaba es que mi Pepe ya estaba
junto a mí calentándome la oreja y diciéndome “tranquila, todo se arreglara”…
Claro, luego añadía lo mal que había hecho las cosas, yo, él no, porque no
estaba, no te fastidia.
3 comentarios:
Es lindo leerte con esa alegría y destreza, con dulzura y enfados, jjajajajaj besos Lola :*
Yo también digo mucho el vete a la mierda. Es muy castizo. Y no es un taco, no. Me parece muy educado para sacar tensión de este cuerpo delgado que tengo.
Besos de Reina
Lola la Bella: ( como Mercedes la Bella, de García Márquez)
Se ve que amas de verdad a tu Pepe, porque lo echas de menos cuando no está. Yo, en cambio, en una ausencia de mi ex descubrí cual feliz era cuando estaba lejos...Y fue el principio del fin...Y llevaba un año de casada, apenas. Aguanté 25 eso sí. Así es que nadie me puede decir que no soy paciente y sufrida.
En cuanto a albañiles y fontaneros ¡ sí! que se vayan a la mierda y se queden ahí, haciendo gárgaras.
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