domingo, 5 de febrero de 2017

INDEFINICIÓN, esa es la cuestión

¿Pantoja o Goyesca? He ahí la cuestión. Semana de encontrados sentimientos en la que he terminado, ¡adiós gracias!, preguntándome sobre si existe un fuerte, leve o ausente instinto a la mediocridad dentro de mis renglones. ¡Muy tomate la salsa engendrada en mi sesera! La sencillez que es mi constante vital, mis zapatillas de andar por la vida, se ha visto vapuleada en estos días de tanta agua y viento llevándome a la deriva emocional.
En esto estaba en mi silla de pensar, mi mejor sicoanalista, cuando sonó el teléfono y una voz pregunta “Me puedes decir qué puñetas te pasa” Era mi dulce a la par que cariñosa prima Blanca que a su vez ella también estaba sentada en su silla de pensar pensando en mí ¡Olalá!… Y yo empecé mi ciclo de quejas, incertidumbres y dudas. Ella escuchaba y apenas interrumpía mi sesión de lamentos para decir “¿Tú eres tonta?” A lo cual mi queja se elevaba a mayor dramatismo soltando un verborrea doliente y muy sentida y la prima añadiendo “Panoli, eres una panoli” Claro, todo tiene su fin, adiós gracias, y otra cosa no tendremos las mujeres, pero la diversidad de formas y colores, es el punto fuerte de toda fémina que se precie. Más, si está en el taburete de pensar, y una vez vomitados los claroscuros hablamos de los divino y humano para terminar con una sesión rápida de cocina, algún consejo sobre vestimenta, salud y belleza, poner a parir a alguien y a otra cosa mariposa.
¿Para qué va a ir, entonces, a un psicoanalista a que te sople 30 eurazos, que puedes invertir fantásticamente bien en temporada de rebajas si eres lista, paciente y con tiempo, teniendo una prima, una amiga, una hermana, con silla de pensar para adentrarse en los estercoleros mentales propios y ajenos? El mundo femenino es un jardín botánico digno de recrearse cualquier escritor. Las mujeres salimos adelante por la infinidad de recursos que tenemos. Somos fuertes, locas y valientes y, encima, capaces de meternos en un confesionario, alias silla de pensar, para blanquear con una buena lejía nuestros pensamientos.
No, no soy feminista, pero a cada uno hay que darle lo suyo y hoy vengo a hablar de las paranoias femeninas o comúnmente conocidas por pajas mentales. Y la culpa de todas mis pajas la tuvo la Pantoja… Comenzaba la semana con frio y lluvia, entonces decidí sentarme con mantita y televisor y ¡Zas! Sale la Pantoja diciendo a tó que la quisiera escuchar “Te quiero, te quiero mi vida, te quiero miarma…” “¡Leches!- dice mi subconsciente- si esa eres tú diciendo hasta las farolas, papeleras y sucedáneos, que las quieres” Tanto interioricé el te quiero de la Panto, que me fui a la cama pensando que la Pantoja me había robado mi identidad fosforescente.
Pasan los días, sigue lloviendo mientras yo me empapo de los Goyas. Es una ceremonia que me encanta, además apoyo al cine español. Eso sí, voy con un poco de retraso porque estoy en la época de Lina Morgan, Ana Belén y Alfredo Landa… Todos los años la veo mientras escupo algún exabrupto a esos actores que van de divos y son eso, simples mortales revestidos de un Valentino, Armani…, sin apoyar, encima, a la moda española ¡Anda que os den! Pero lo que más me gusta es el discurso de los premiados que se acuerdan hasta de primo de Murcia que hace años que no lo ven. Y entonces, una vez que he visionado el vestido que Lorenzo Caprile me haría en exclusiva, me pregunto “Muñeca, ¿tú qué dirías?” Y ahí me doy de bruces con la madre del cordero. Mis pajas mentales florecen como el musgo en alta montaña gritándome “Pero dónde vas con el cavas, pardilla, te crees una Elvira Lindo, una Carmen Posadas, una Almudena Grandes, pero tu reino es la mediocridad. A ti jamás te darán ni el papel que envuelve a una piruleta” Y aprovechando que el Ebro pasa por San Sebastián y ha dejado de llover, abro las compuertas de mis pantanos íntimos y personales y me pongo a llorar, a llorar hasta que se me acartona la piel por falta de agua.
Menos mal que hay por el mundo muchas primas Blancas, Maytes, amigas Isabelas… que salen a recoger los cascos rotos de tu autoestima y con paciencia y cariño te ayuden a coser y zurcir las luces y sombras de tu persona.

Somos humanos y como humanos que somos, además de vulnerables, somos los perfectos masoquistas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya veo que tienes una buena fuente de desahogo con tu prima Blanca.
Fluye como el Ebro por SAN SEBASTIAN, me ha gustado esa mención, gran extensión la del Ebro que llega tan lejos.
Tus lágrimasque se juntan con la lluvia, van a parar al corazón de tu prima que te consuela con cariño.

Sigo ausente, pero los "raticos" que tengo aprovecho para visitaros, un abrazo.
Ambar

la MaLquEridA dijo...

Eres muy divertida.


Un abrazo