- Lola, ¿qué te parecen estos pendientes?
- Ay, uy, humm…
- Lola, ¿qué te pasa? Te has quedado pálida.
- Mari Pili es que son justamente los pendientes que buscaba. Son divinos.
- ¿Y desde cuándo tú querías unos pendientes, Lola? ¿Desde que me los has visto puestos?
- Sí, claro
- Lola, ¿cuándo vas a tener personalidad?
- Mientras pueda, nunca, Mari Pili. Se me gasta, ¿y qué hago?
- ¿Se te gasta el qué?
- La personalidad. Tú tienes mucha, te sobra. Además, ¿para qué voy a pensar si ya piensas tú?
- Claro, es que también se te puede gastar el pensamiento, ¿no?
- Efectivamente, Mari Pili, Venga, pide dos pares de pendientes iguales y nos vamos a otro puesto.
- ¿A qué?
- A que te compres otra cosa y yo te copie.
- No, sólo hay estos pendientes y son para mí.
- ¿Cómo que son para ti? ¿Y para mí?
- No hay más. Yo los vi primero.
- Mari Pili, Mari Pili, no me enciendas el termostato. Los jugamos a los chinos.
- Que no me juego nada. Son míos… Mira qué pulserita más mona, cómpratela.
- ¿Y tú no te la compras?
- No, Lola, no. Yo quería unos pendientes y ya los tengo.
- Pues yo tampoco me la compro… ¡Eh! Lagarta, ¿dónde vas con esos pendientes? Son de mi amiga. Suéltalos o te doy un puñetazo
- Disculpa es que los vi ahí encima y…
- Lola, tranquila, no hace falta que te pegues con nadie. Vamonos, vamonos…
- Estos pendientes son de mi amiga, repito por última vez. Lo que pasa es que es muy pesada hasta que se decide, pero son suyos
- ¿Quién es pesada, Lola? Dime…
- Los pendientes no son de nadie, Señora. De momento nada más que míos. Usted no los ha pagado todavía.
- ¿Es que se piensa que mi amiga no los iba a pagar? Mi amiga es muy honrada y muy limpia.
- Lola, por dios, vamonos de aquí.
- Calla, Mari Pili y saca el fajo de billetes para que vean lo rica que tú eres… Y tú, lagartona quieta ahí con los pendientes.
- Lola, por favor, padeces desequilibrios hormonales. ¿Me quieres decir de dónde saco el fajo de billetes?
- Saca el metro bus, eso impresiona mucho.
- ¿Señora paga o no paga?
- Claro que vamos a pagar. Insisto que mi amiga es de rancio apellido.
- Y tan rancio, Fernández en España estoy yo y después de mí, un par de ellos más
- Señora Fernández pague los pendientes y llévese a la petarda de su amiga de mi puesto de una puta vez.
- ¿Qué mi amiga es una petarda? ¿Qué la Lola es una pilingui? Mire que le parto la cara…
- dale, dale, Mari Pili, venga saca colmillo.
- Que se vayan, coño, que se vayan de mi puesto ahora mismo.
- Mari Pili, ¿has visto? No quiere vender con la crisis que hay.
- Lola, Lola…
- Buen Señor, vamos a zanjar el asunto como gente civilizada, no merece la pena. Déme los pendientes y no le denuncio.
- ¿Cómo dice, Señora? Me cago en mi estampa, qué se largue o la doy un estacazo.
- Lola, vamos, vamos…
- Déme los pendientes y me voy. Mire qué carita se la ha quedado a mi amiga, ¿No le da pena?
- Tome los putos pendientes y váyase y como la vuelva a ver la, la la…
- … Ya, corre Mari Pili…
- Lola, ¿pero has visto la que has preparado?
- No consiento que nadie te quite los pendientes, Mari Pili… ¿Cuándo me los vas a prestar?
7 comentarios:
Jajjajaja, y se los llevan de gratis por pesadas!!! jajajja, me parto!.
Como ya te comenté, estos relatos parecen estar vivos ... Un humor increible.
Eso me pregunto yo: ¿Cuándo me va a prestar esos pendientes para un fiestón en el Palacio Real?
Besos de Princesa
hola mi primer visita
a tu blog
pasare mas de seguido me gustaria que visites el mio un beso
Al final se los llevaron gratis, oye me encantan las aventuras de Lola y Mari Pili, porque la verdad es que parecen aventuras. Un beso
muito interessante
Eso es saber comprar.
Por cierto los pendientes son "divinos" como diría Carmina
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