-Buenos días Lola…
-Corazón de repollo,
buenos días… Siéntate donde puedas.
-¡Jesús, qué cocina!
Se puede saber qué estás haciendo, Lola…
-Cocina de autor,
Mari Pili, pero llevo sietes horas y no se me logra.
-Ya, ¿y qué es lo
que pretendes cocinar?
-Merluza rellena de
cochinillo con pasas, muchas pasas, plátanos, melón, piña, y para que se animen todos los
ingredientes, lo remato con un par de botellas de orujo.
-¿Y pretendes meter
todo eso dentro de la merluza, Lola?
-No, no, por
supuesto que no. Las botellas de orujo las dejo que floten.
-Ya… Lola, ¿te has
parado a pensar por una puta vez?
-No, ¿para qué?
Menudo dolor de cabeza. Con mi sensibilidad creativa, Mari Pili, es suficiente.
-¿Pero te has dado
cuenta, Lola, que no hay diálogo entre la merluza y el cochinillo?
-¿Y para qué quieren
hablar? Yo desde que dejé de hablar con mi Pepe nos va todo sobre ruedas.
-Ya… ¿Pero te has
dado cuenta el tamaño de la merluza y el tamaño del cochinillo?
-Sí, ese es el
problema. La merluza pesa tres kilos y el cochinillo 28.
-¿Y si tratas de
meter la merluza en el cochinillo, Lola?
-Sí, tienes razón,
así el melón, la piña, los seis kilos de plátanos, estarán más holgados.
-Por cierto, ¿qué
has hecho a las orejas del cochinillo?
-Las fui a poner
unos pendientes para que fuera como el roscón de reyes que al partir la merluza
pues cortara el cochinillo y al que le tocara la ración si le tocaba una oreja,
le tocara un pendiente. Claro que con un pendiente no haces nada y, como además,
al ir a hacer el agujero rompí la oreja al pobre cochinillo, decidí entonces
que como este año se llevan las orejas recortadas, están muy de moda, pues le
corté las orejas y le puse los pendientes en la nariz, muy hippy, mira, mira
qué monada.
-Lola, ¿te
encuentras bien?
-¿Yo, Mari Pili?
Divinamente… Por cierto, ya que el cochinillo va por fuera y la merluza dentro,
¿Pongo un lacito rosa al rabo del cochinillo?
-Looooooooooooola…
-Hija, no me chilles
que me irrito. Tranquila no pongo el lazo, pero lo que sí voy a poner son unas
aletas celestes en la cola de la merluza…, como sorpresa, como el roscón… Claro
que al cochinillo definitivamente no sólo voy a poner el lazo rosa sino,
también, una corona… Mi sello personal, Mari Pili… muerto y sencillo.
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