-Lola. Lola,
Looooooooooooooola…
-Humm… Hasta mañana, pocholo.
-¡Lola despiértate!
-Voy, ya voy. Pareces Jesucristo Superstar resucitando a un pollo, Pepe.
-Abre los ojos, Lola.
-Lo que te digo, una versión casera del nuevo testamento. ¿Qué quieres?
-La hipoteca, Lola.
-La hipoteca… ¿Qué la pasa a la hipoteca, Pepe?
-Hoy es día veinte, Lola.
-Un momentito, Pepe, ¿qué hora es?
-La una treinta y cinco de la mañana.
-Entonces, es veintiuno, Pepe. Hasta mañana, Superstar.
-Lola levántate y anda.
-¿Segurito, Pepe, que no te has leído el salmo veintitrés de San Jeremías?
-No, ese salmo no existe.
-Pues estás aducido, desdoblamiento de personalidad. Te crees que eres Jesucristo Superstar, insisto.
-Lola no has pagado tu hipoteca.
-Eso en el nuevo testamento no viene. Porque, si mal no recuerdo, una vez que Superar resucita al muerto, no le habla de hipotecas. Entiendo que en esa época no existían hipotecas y que tú quieras darlo una versión modernizada, pero…
-¡Cállate!
-No puedo, Pepe. Hablo hasta estando dormida.
-Lola vete ahora mismo a pagar la cuota.
-¿Ahora? ¿A las tres de la mañana?
-La una cuarenta y tres, Lola.
-Minuto arriba, minuto abajo, no cambia. Los bancos por mucha crisis que haya, que la hay, a estas horas duermen religiosamente.
-Que vayas, te he dicho, Lola.
-De momento a donde voy es al baño.
-Lola eres una morosa, no has pagado.
-He pagado, aunque no te quepa en esa cabeza cuadrada, yo he pagado.
-Que no, Lola, no has pagado.
-Que sí, leñe.
-Métete en Internet y lo ves. Eres una morosa. Me voy a dormir.
… Anda, zúmbale el bolo. Él a dormir y yo a sumar… ¡Maldita sea mi estampa! Una ya no puede ser ni honrada, para qué, si nadie me cree. No me creo ni yo que haya pagado, pero el caso que me suena que me falta dinero y si me falta es que me lo he gastado, ¿pero en qué? Sumemos, Lola, sumemos… una más una son dos. Dos más tres son siete. Siete más siete son catorce. Catorce más catorce… aquí hay mucho número. Fracciónalo, no te vayas a confundir, es mucho número para tu cabeza. No te engañes, tu cabeza es ovalada tirando a plana y la de Pepe es gorda, cuadrada, muy cuadrada, Lola. No te mortifiques y suma… Uno más uno son treinta y tres y me llevo tres…
-Pepe, Pepe, Pepito…
-Humm…
-Pepeeeeeeeeeeeeeeee…
-¿Qué, qué pasa? ¿Se ha hundido ya? ¿Quién eres?
-Soy María Magdalena. Levántate. No hace falta que andes, sólo pídeme perdón.
-¿Qué no has hecho?
-No pagar, Pepe.
-Lola, déjame dormir.
-Que soy María Magdalena, leñe, y de dormir nada. He pagado mi hipoteca dos veces Pepe.
-vale, hasta mañana, Lola.
-Que no te has enterado. Te digo que he pagado dos veces, la he repetido y me he quedado en descubierto, ¿ves? Por ser honrada al cuadrado… Y soy María Magdalena.
-Humm… Hasta mañana, pocholo.
-¡Lola despiértate!
-Voy, ya voy. Pareces Jesucristo Superstar resucitando a un pollo, Pepe.
-Abre los ojos, Lola.
-Lo que te digo, una versión casera del nuevo testamento. ¿Qué quieres?
-La hipoteca, Lola.
-La hipoteca… ¿Qué la pasa a la hipoteca, Pepe?
-Hoy es día veinte, Lola.
-Un momentito, Pepe, ¿qué hora es?
-La una treinta y cinco de la mañana.
-Entonces, es veintiuno, Pepe. Hasta mañana, Superstar.
-Lola levántate y anda.
-¿Segurito, Pepe, que no te has leído el salmo veintitrés de San Jeremías?
-No, ese salmo no existe.
-Pues estás aducido, desdoblamiento de personalidad. Te crees que eres Jesucristo Superstar, insisto.
-Lola no has pagado tu hipoteca.
-Eso en el nuevo testamento no viene. Porque, si mal no recuerdo, una vez que Superar resucita al muerto, no le habla de hipotecas. Entiendo que en esa época no existían hipotecas y que tú quieras darlo una versión modernizada, pero…
-¡Cállate!
-No puedo, Pepe. Hablo hasta estando dormida.
-Lola vete ahora mismo a pagar la cuota.
-¿Ahora? ¿A las tres de la mañana?
-La una cuarenta y tres, Lola.
-Minuto arriba, minuto abajo, no cambia. Los bancos por mucha crisis que haya, que la hay, a estas horas duermen religiosamente.
-Que vayas, te he dicho, Lola.
-De momento a donde voy es al baño.
-Lola eres una morosa, no has pagado.
-He pagado, aunque no te quepa en esa cabeza cuadrada, yo he pagado.
-Que no, Lola, no has pagado.
-Que sí, leñe.
-Métete en Internet y lo ves. Eres una morosa. Me voy a dormir.
… Anda, zúmbale el bolo. Él a dormir y yo a sumar… ¡Maldita sea mi estampa! Una ya no puede ser ni honrada, para qué, si nadie me cree. No me creo ni yo que haya pagado, pero el caso que me suena que me falta dinero y si me falta es que me lo he gastado, ¿pero en qué? Sumemos, Lola, sumemos… una más una son dos. Dos más tres son siete. Siete más siete son catorce. Catorce más catorce… aquí hay mucho número. Fracciónalo, no te vayas a confundir, es mucho número para tu cabeza. No te engañes, tu cabeza es ovalada tirando a plana y la de Pepe es gorda, cuadrada, muy cuadrada, Lola. No te mortifiques y suma… Uno más uno son treinta y tres y me llevo tres…
-Pepe, Pepe, Pepito…
-Humm…
-Pepeeeeeeeeeeeeeeee…
-¿Qué, qué pasa? ¿Se ha hundido ya? ¿Quién eres?
-Soy María Magdalena. Levántate. No hace falta que andes, sólo pídeme perdón.
-¿Qué no has hecho?
-No pagar, Pepe.
-Lola, déjame dormir.
-Que soy María Magdalena, leñe, y de dormir nada. He pagado mi hipoteca dos veces Pepe.
-vale, hasta mañana, Lola.
-Que no te has enterado. Te digo que he pagado dos veces, la he repetido y me he quedado en descubierto, ¿ves? Por ser honrada al cuadrado… Y soy María Magdalena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario