¿Conocéis a alguien que cinco minutos antes de que
termine una película que la está fascinando, apague la tele y se vaya a dormir?
No la busquéis, no os gastéis, la tenéis delante de vuestros ojos. Y no
contenta con eso, voy muy seria, siento cátedra y afirmo sin que se me muevan
las pestañas que, por cierto, ya ni con el rímel se me ven ”Qué gente más rara
hay en este planeta” Y me quedo tan fresca. ¡Qué fácil es hablar y qué difícil es
tener la garganta muda!
Pero, como os he contado alguna vez, primero actúo
y luego pienso pues… Así tengo a mi Pepe cada vez más calvo de tanto pensar por
mí.
El otro día reflexionando sobre mí misma delante
de un espejo casi me saco un ojo. No porque me enfadara conmigo, eso nunca lo
hago, como mucho me digo “Ay alma de cántaro” y con eso ya me he perdonado
hasta la siguiente vez. Casi me saqué un ojo por la falta de experiencia y como
estaba tan concentrada pensando pues…
Prácticamente nunca me pinto, solo en grandes
ocasiones que se cuentan con los dedos de una mano. Entonces de una vez a otra,
se me han olvidado los pasos, ¿me seguís? Pues bien, el día de marras me estaba
quitando los botes de pintura que me había volcado en la cara horas atrás y
llegó la parte de despintar los ojos, justo en el momento en que me preguntaba “Niña,
con lo maja que estás con la cara lavada, ¿por qué te empeñas en ponerte como
un payaso?” En esto entra mi Pepe y comienza una disertación de cómo fregar las
sartenes. Yo, aparco mi pensamiento sesudo para concentrarme en mi Pepe y tanto
friega y friega que casi me quedo con el ojo en la mano y tuerta de por vida.
Claro, para lo que hay que ver… Pero la rabia que
me da es que no aprendo, no aprendo nada de nada. Todo el mundo parece saber
más que tú que, sin duda, sabrán, pero es que se pasan la vida dándote
lecciones y tachándote de imperfecta que lo sé que lo soy, pero me aburren tanta
insistencia y me pregunto, ¿por qué no me olvidan un rato y se miran a ellos
otro rato? ¡Ah! Es más estupendo sacar las taras de los demás que las propias.
Pues no, hoy estoy rebelde. Vive y deja vivir.
A mis años, nunca es tarde. Más difícil, sí, pero
no imposible. Así que me he hecho un cartel mental que versa “STOP”
Stop para los sabiondos, STOP para los perfectos,
STOP para los insufribles y, de paso, STOP para mí misma, a ver si soy capaz de
ver una película entera sin decir qué raros son los demás, cuando la primera
chiflada, y a mucha honra, soy yo.
Lo bueno y breve, dos veces bueno. Así que, ¡hasta
otro día, amigos!
2 comentarios:
Yo duermo enseguida. Le doy un beso a mi Rey y quedo fritita. Debe ser porque me besa el Rey de España.
Besos de Reina
Me quitas el complejo. Yo creo que soy más rebelde ahora que en la edad en que se supone tienes que ser rebelde.
Y también me ponen de los nervios esos seres perfectos que todo lo saben y todo lo aconsejan.
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