¡Me encanta
ponerme fea! Bueno no; lo que me gusta es ponerme horrorosa. Me sienta genial.
Costumbre que había abandona por años de insistencia de mi amiga Mari Pili; me
decía de todo menos bonita y yo, ¡más leña al mono! Cuánto más me lo decía, era
como un revulsivo contra la belleza. Pero me cansé y decidí hacerla feliz y
salir decente al menos a la calle.
Sin
embargo, la cabra termina tirando al monte siempre, siempre y hoy…, fea de
narices. Me he encontrado a dos vecinas muy cariñosas que me han preguntado que
si me encontraba bien y yo he contestado que divinamente. No obstante han
afirmado que lo de la literatura no acababa de sentarme al cuerpo. Qué bordes,
¿no?
Todo
el mundo tenía que ser como mi Pepe que cuánto más fea, más guapa me encuentra,
y el día que me pongo mona me dice de qué voy. Claro que mi Peluche mayor el
otro día afirmó que la pintura de indio a mi cara no me favorecía… Ahora que me
estoy dando cuenta, ¿no será que estoy permanentemente horrorosa y cuando me
adecento como que rechazan mi belleza suprema? No sé, me da igual.
¿Queréis
imitarme? Os advierto que es facilísimo. A poco que no hagas ya estás
sublimemente fea. Porque cuando eres joven, cualquier cosita como si no hay
cosita, estás siempre muy linda pero, ¡ay amiga!, entra en una edad y verás.
Tanto que aconsejo mirarse al espejo los días impares y con eso si quitas a
mayores un día o dos, mejor qué mejor.
Yo,
edad no tengo. Decidí borrarla del DNI y del pasaporte y del libro de familia y
de la partida de nacimiento y la partida bautismal. Pero el cuerpo va por libre
y ya puede una ser relimpia, quitar cualquier huella que te delate que… o te
inflas los morros, te quitas papada, te rellenas las orejas, quitas los ojos o
lo que hay a tu alrededor dejándote la cara que no te pareces ni a tu prima la
de Puerto Rico o… Claro para eso hay que tener dinero y en este momento la
cartera la tengo anoréxica, y lo poco que me queda prefiero invertirlo en risas
con mis amigos delante de una copa., qué queréis que os diga, un amigo vale la
pena más que una belleza ficticia.
La
belleza está dentro y si eres mañoso y la entrenas te verán más bonita que un
San Luís- por cierto no sé si San Luis era guapo, eh. Es un dicho castellano.
Pues
sí, hoy era de esos días en que mirarme al espejo me daba la risa. Un pantalón
de lunares, una camisita de franela de cuadros, una flor sujetando al pelo, un
mechón suelto perdido y a su caer. Blanca como el pan candeal. Ojerosa, de esto
mucho, muchito. Un bolso verde aprovechando que iba de azul y cuadros fucsias y
unas deportivas de invierno con calcetines de rayas también de invierno
aprovechando que hoy han bajado las temperaturas y hacen solo 30 grados; tan
calentita que iba yo.
De
verdad que me he encontrado genial y encima me he reído de mi misma. ¿Qué más
quiero?
Tal
vez por eso no esté de acuerdo con la canción “Que se mueran los feos”… Vamos,
con lo sacrificado que es estar monilla.
¡Viva
los horrorosos!
… ¡Qué
paridas escribo! Aunque os advierto que a los escritores nos sienta genial de
vez en cuando ver que nuestras letras son…
1 comentario:
Di que si, ande yo caliente y ríase la gente.
Besos.
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