Definitivamente
soy gilipollas. Sin duda hay una amplia variedad y categorías de seres humanos;
la mía, Gi-li-po-llas. Ahora, creo que siempre lo supe o al menos cada día
cuando me metía en la cama me decía “Lola, como opositora a la categoría de
gilipollas no tienes precio” Y con mi tesón y constancia, hoy constato que lo
soy.
¿Me
deprime? Pues tampoco porque sé que lo soy. Peor son los que van por la vida
pensando que son la crema de las cremas y la nata de las natas y la realidad es
que son gilipollas ignorantes en estado puro; yo, no. Desde hoy voy con otra
visión más abierta, aunque más cerrada. Es decir, cuando venga un propio o una
propia a tomarme el pelo porque cree tener derecho a hacerlo, dado que parece
que solo unos pocos tienen derechos, el resto simplemente miramos porque somos
los gilipollas de turno, sin dar tregua le mandaré a tomar café. Sin
despeinarme, eh, que me cuesta mucho peinarme, como para que venga uno o una a
revolverme la cabellera.
Porque
yo era buena gente, eh; ahora soy mala y encantada de serlo, ¡qué narices! Y,
además, no me voy a callar nada porque así nos va, por callarnos. Tengo
indigestión de tanto que tengo sin expresar por ese maldito “Qué dirán” con el
que me educó mi madre. Y, claro, no decir, no hacer, pues ahora, gorda como un
trullo; pues se ha acabado.
¡Qué
educación más ridícula, más cerril y obsesiva, la de antes!
La de ahora, van directamente sin educar, no
todos, ojo, pero mogollón, sí.
Yo nací
en los finales de la era de caderas estrechas en la que todo era pura
apariencia, secretismo y voces susurrantes. El respeto a los padres existía,
pero en muchos casos era el miedo a que te pusiera tu padre la cara del revés
si te salías de la línea trazada. Recuerdo que faltaban quince horas para
casarme y mi madre me puso el rostro al bies porque había llegado dos horas más
tarde de la hora convenida. Me dijo, antes de darme la chuleta, “Lola, ¿qué
quieres, que la vecindad diga y piense que la hija del 5ºA es una perdida?” …
Después, la chuletilla de rigor. Y lo más fuerte es que pesaba tanto el pensar
que el decir, valían lo mismo en aquella sociedad mía; ni pecar de
pensamientos, hijos.
Y así
salí al mundo, estigmada. Oír, ver, y callar. ¿Resultados? Gorda como un trullo
y Gilipollas.
Una cosa
es ser discreto, prudente, respetuoso y otra muy distinta decir sí a todo y
tragar con todo, ¡y un cuerno de elefante! Definitivamente me declaro en
rebeldía; rebelde hasta los mítines que me suelta mi Pepe que me tiene los
oídos aburridos y yo callo y callo y venga a engordar; pues no porque va a
empezar la temporada de otoño y no me va a valer la ropa de tan inflada que
está mi cabeza de memeces y sandeces propias y externas. Bastante tengo yo con
aguantar mis tonterías como para aguantar las de otros, ¡y un cuerno de
elefante! Definitivamente no.
Esa mala
educación que pulula transversalmente por la sociedad desde niños a mayores.
Esa agresividad verbal con que te diriges al que osa llevarte la contraria.
Esos políticos de tres al cuarto que solo se ocupan de que su trasero esté
calentito y encima se dedican a calentar a las masas; pues no, definitivamente
no. Eso de robar lo que es mío y encima callarme, pero ¿soy gilipollas? Pues
sí, definitivamente sí.
Eso de
comulgar con ruedas de molino a sabiendas que me están vendiendo una moto sin
ruedas, ¿acaso soy gilipollas? Pues sí, definitivamente sí.
Y eso de
matar por una idea o porque se te ha ido la pinza y estrangulas o haces
picadillo al de turno y yo me quedo apaisada, ¿eso no es ser gilipollas? Pues
sí, definitivamente sí.
En fin,
como que voy a callar… Para qué me pondré a pensar si siempre termino igual,
más perdida que un oso en una nevera.
¿De qué
estoy hablando? Yo qué sé. Se ha encendido el ordenador y se ha abierto Word y
para que no estuviera tan pálido pues he escrito.
4 comentarios:
Querida Lola, no sé qué sentido tiene allá lo de gilipollas. Si es "tonto" , pués no eres nada de tonta. Si es algo "loco", ahí está mejor. Tal vez tienes tu azotea medio llovida y con nidos de pájaros, pero eso es lo de menos. Mejor. Solo los locos pueden captar por completo la maravilla del mundo. Y no olvides que los locos son los favoritos de los dioses.
Yo tampoco me hallo muy cuerda. ¡ qué fome es la sensatez! Para eso, ya el mundo está lleno de aburridos.
Te diré que en Chile, a los tontos se les dice huevón, ¿ ?
Y a los locos, rallado y que peinan la muñeca. ¡¿??
Jajajajajajajaj y lo haces tan natural que te envidio, es como si estuviera conversando con una amiga en persona, te voy leyendo y te voy contestando es una cosa de locos jajajajajaj.
Lola besos, ojalá no me hayas olvidado, he vuelto :*
Gracias, Lola, por pasar por mi blog. Espero que hayas pasado muy bien estos días de paseo. Acá estamos en Fiestas de la Independencia. Santiago se vació, en mi edificio transitan los fantasmas...Y aquí estoy yo solita, dándole a las teclas del ordenador.
Ya va a empezar la primavera. El aire está tibio. Se ensancha el corazón y dice que está dispuesto a enamorarse..¡ Ja! Ese no escarmienta nunca...
Lola, ya te considero mi amiga, porque yo también soy gorda y gilipollas, vamos para que veas que no estás sola, somos más de una. Pero no por eso somos tontas. Así que alguna vez nos tomamos un vino y soltamos todo eso, dejas a tu Pepe en casa, yo haré o propio con el mío.
¿Sabes que me animas?, sí, cuando vengo a verte me alegras y me sacas una sonrisa, no, no me río de ti, me río contigo.
Querida Lola, eres tan especial....
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