jueves, 2 de noviembre de 2017

LOLA Y EL MATRIMONIO

¡Qué lioso es el matrimonio! Cómo para casarse una, dos y hasta veintisiete veces, acumulando enseres de unos y de otros, discutiendo de tribunal en tribunal por lo que es mío y es tuyo, por custodias compartidas o no, por reclamaciones por todo lo que se mueve… ¡Una y no más, Santo Tomás! Como dicen en mi tierra.
Yo, si volviera a vivir, sería una anarquista del matrimonio, vamos, que no me volvería a casar y, ojo, estoy felizmente casada y para más inri me he casado dos veces con el mismo. Una como pardilla y otra como inconsciente y aquí estoy con mi Pepe, cada día más florido y hermoso, aguantándonos el uno al otro y el otro al uno. Somos compañeros, somos amantes, somos amigos, somos padres, somos como Zipi y Zape. Si uno ve rojo, el otro lo ve verde, si uno dice sí, el otro dice no, pero, aunque nuestros caminos se disparan, a veces pienso que no somos nada el uno sin el otro. Vamos, que somos una simbiosis o un puré mezclado en la batidora donde se han juntado dos elementos volviéndose indisolubles.
¡Manda decibelios! Solo pensar que puedo ser tan plasta como mi Pepe altera mis pocas neuronas. Claro que a Pepe solo pensar, con lo cuadriculado que es, que su vida sea un sin saber, donde el instinto primario prevalezca sobre el instinto secundario, por lo menos le tiene que sobresaltar y herir como mínimo su inteligencia, ¡pobrecillo! Así se le está quedando el gesto, tiene una cara pena…
Yo voy y vengo, hago y deshago y cuando regreso ahí está mi Pepe preguntándome “¿Eres feliz, te lo has pasado bien?” Y esto me desarma, me enamora. Su generosidad me apabulla y termino diciéndome “Lola eres una bruja”
Un remordimiento se atrinchera en el estómago que, por lo menos, en diez minutos está dejándome sin ganas de comer. Luego, cuando me vienen las ganas de comerme un par de huevos fritos con chorizo, los más bonitos y jugosos se los doy a él y, no conforme con eso, me invade la ternura de tal manera que le beso la calva hasta que le dejo sin los dos pelos que tenía.
Sí, la realidad es que Pepe es mi otro yo y me fastidia, por eso quiero ser en la otra vida anarquista del matrimonio. Claro que los hados pueden determinar que, en vez de persona, sea un conejo, entonces no sé cómo lo haré.
Mientras tanto a veces soy Pepa y otras la loca Lola que distorsiona lo que pilla al pasar.
¿Cambiaría a mi Pepe por un macizo? Creo que no porque soy agnóstica de esos hombres irresistibles por los que estás babeando todo el día y la incertidumbre te come tu persona siendo un juguete deshojando la margarita a todas horas con “Un me quiere, no me quiere… Me la pegara con queso o con mortadela” No, la fidelidad de mi Pepe es mi equilibrio

¡Vamos, lo que me faltaba! Que mi Pepe encima de cenizo fuera un infiel…

2 comentarios:

Patty dijo...

Que viva Pepe y tu amor por el jajajajaja, la que se casa dos veces con la misma persona se debe quedar con él para toda la vida. Bersos preciosa <3

lillymarmat dijo...

Lola querida, no eres la única que se casó dos veces con el mismo hombre. Yo me casé y después de varios desencuentros, al tontorrón de Hugo, que así se llama, se le ocurrió anular el matrimonio. A los seis meses ya estábamos reconciliados y nos volvimos a casar...Duró unos doce años más....Pero, no para siempre. Gloria a Dios en las alturas que tú sigues al lado de tu Pepe. Yo a mi Hugo no lo quiero ver ni pintado y él ya tiene nueva pareja. En fin, cuida a tu amor. No lo dejes irse por ahí de parranda...Creo que él no resistiría lejos de una Lola tan encantadora como eres tú.