Me he afiliado a un
club de escritores porque quiero escribir mis memorias. Sé que es difícil
porque no me acuerdo de lo que me pasó ayer…, pero no hay problema: me lo
invento.
Mi Pepe, cómo no,
tiene poquísimas esperanzas de que lo consiga y, precisamente, basta que me
diga que no valgo, para que mi ego pretenda empotrar la cabeza en donde sea.
Claro que cuando añadió que mi imaginación era infinita, vi la luz. Así que
cada mañana, al amanecer, cuando las pestañas no se han despegado de mis ojos
miopes, asisto a clase –duermo con las gafas de leer puestas para que cuando me
despierte sepa donde están y si, por un casual, se me despegan los ojos pues
vea algo. Es incómodo, pero es una forma de prevenir mis despistes… Ahora que
lo pienso: el otro día aparecieron en la calva de mi Pepe; como es tan sabio,
quizá quisiera leer dormido, digo yo…
Lo primero que me
dijeron es que tenía que leer a los clásicos, cuna de la sabiduría. Yo contesté
que no había problema, que eso lo hacía todos los días.
-Luigi, como mínimo
miro las letras gordas de los periódicos, leo las recomendaciones de la lejía
porque, si no lo leo, se me olvida y decoloro la ropa. Además, he cogido la
sana costumbre de leer todos los anuncios que veo; fíjate si hay un chollo y no
me entero… ¿Crees que con eso es suficiente o añado la lectura de la sopa de
sobre?
-Lola, te mandaré
un e-mail, léelo atentamente, llevará recomendaciones valiosísimas…-dicho esto,
suspiró profundamente, como para recopilar paciencia. La verdad es que es un
tipo estupendo porque me aguanta sin rechistar, sólo emplea suspiros para
sobrellevarme… Le pediré la receta para dársela a mi Pepe.
Efectivamente,
recibí el correo. En el fondo, me pierde que sea una cordera: hago lo que me
dicen y, aunque encontré muy raro el contenido, yo hice todo lo que me contaba
Luigi Suspiros de España.
El correo se
titulaba “Ritmo tántrico” y lo primero que me decía es que me sentara en el
suelo y llenara la cavidad torácica de aire –abrí la ventana… anda que no me
entró polvo-, entonces vi como me subían y hasta me aumentaban los senos ¡qué
gozada!, sin implantes ni nada… Con el ojo derecho miré el e-mail para seguir
el siguiente paso que me aconsejaba poner las palmas hacia arriba encima de los
muslos –jó, tengo que darme unos masajes, están gordísimos… ah y depilarme-,
luego debía de dejar la mente en blanco –esto dificilísimo porque como rentabilizo
el tiempo, hago 27,532 cosas a la vez- y, por último tenía que hacer una
especie de ruido. Algo así como: “Eeeeeeee”Total, me concentré concentradísima
cuando sonó el maldito teléfono. Para no dejar de hacer la concentración, moví,
pero muy poquito, la mano izquierda y descolgué.
-Lola, se me olvidó
decirte esta mañana que no tengo calzoncillos, llevo unos rotos. O los coses o
me compras -¡leches!, mi Pepe con uno de sus temas favoritos.
-Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeee…
-Lola, deja de
hacer la cabra y escúchame. Vete, aunque sea al mercadillo y me compras una
oferta –oír la palabra mercadillo fue… un desastre. Casi mandé la literatura al
cuerno pero, tranquilos, recapacité y:
-Ahora mismo voy,
eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee…-me colgó el teléfono. En serio, no comprendo
porque todos terminan dejándome con la palabra en la boca. En fin… seguí a lo
mío, pero sonó de nuevo el odioso teléfono.
-Lola, soy Luigi.
-Eeeeeeeeeeeeeeeeee…-aquí
puse énfasis para que viera lo obediente que era su alumna favorita.
-Lola, ¿te pasa
algo? Haces muy bien la oveja. Oye, no he podido enviarte aún el correo. Esta
noche lo hago- su confesión me cortó a la cordera que llevo dentro.
-¿Cómo dices?,
¿entonces qué demonios estoy haciendo, Luigi? Dime, habla, por Dios…
-Sinceramente,
Lola, ¿quieres que te responda?
-Pues claro que sí,
Luigi, me fío de ti, bueno y de Mari Pili que es mi alma gemela, ¿te lo había
dicho?, ¿te he hablado de Mari Pili?, ¿quieres que te la presente?
-Sí, Lola, sí,
todos los días me hablas de Mari Pili… En cuanto a tu capacidad, puedes hacer
cualquier cosa que te propongas, hasta la cabra…- y suspiró.
-Ya sabes, Luigi,
soy gente sin complejos. Es más, si tú me dices que aparque mis memorias e
intente escribir un estatuto, lo hago, pero ojito: luego no me eches del
tripartito. Soy feliz escribiendo, Luigi, no me cortes las alas, he encontrado
mi arma para seguir hablando que es la escritura…
-Me temo que sí,
Lola, me temo que sí, antes muerta que callada…-y suspiró. ¿Es o no es Suspiros
de España?- Anda, un beso, luego te envío el correo.
-Oooooye, no
cuelgues. No me has contestado, ¿escribo un estatut o no?
Va, ya había
colgado. Seguiré haciendo la cabra, me ha gustado, me sienta bien: Eeeeeeeee…
2 comentarios:
He estado de vacaciones con poco acceso a internet. Hoy apenas vuelvo a la diaria tarea y me he animado a escribirte. Ya actualicé hace un momento mi blog. Abrazo bien grande y aquí me encuentro de vuelta.
Dormir sonriendo es un gran regalo.
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