¡Qué sueño más estupendo he tenido y qué lástima
cómo ha acabado! Me he acordado de él mientras iba en el autobús. Rápidamente
he sacado mi libreta, objeto que no debe faltar a todo escritor que pretenda
ser algo en el fabuloso mundo de los sueños escritos. Mis libretas son de los
chinos, nada glamurosas pero baratas. A veces escribo a salto de mata y cuando
voy a transcribir no entiendo ni jota con lo cual me tengo que inventar algo
sobre lo ya inventado; riesgo que corro con frecuencia, pero asumo con total
sencillez que no me entiendo a mí misma ni en letra. Bueno, a lo que iba… Saco
la libreta me pongo a tomar apuntes de mi maravilloso sueño y era tan
histriónico que me empecé a reír yo sola y cuando me río muy de seguido, la
risa es acompañada por el llanto, lágrimas alegres corretean por mi rostro.
Hecho que a mi madre nunca le ha gustado, me dice que la gente al verme va a
pensar que estoy loca y yo la contesto que mejor que se dé cuenta antes que después
y así no se lleva a engaño sobre mi estupenda persona que soy. Cómo ve que su
comentario no me afecta, me ataca por el lado físico “Mírate al espejo ¡Anda
que no tienes arrugas! Y eso es por tanto reírte, gesticular, tomar el sol,
mala alimentación, falta de agua…”Vamos un sinfín de desastres naturales ve mi
madre que paso un par de días peinándome a oscuras y, claro, salgo a la calle con
la ralla torcida. En fin, cosas de mía Mamma, pero no dejo de reírme, sin
embargo lo que me ha pasado en el bus me ha, me ha, me ha puesto del revés,
repámpanos. Me lo estaba pasando yo tan bien conmigo misma mismamente y de
repente una voz me pregunta “Señora, ¿se encuentra usted bien?” Una lágrima que
bailaba chachachá, se ha quedado parada en medio de mi moflete izquierdo.
Agradezco infinito que un extraño se preocupe por un desconocido pero de ahí a
llamarme señoraaaaa, hay un trecho. ¿Pero es que la gente no mira? ¿Pero es que
la gente no ve en mí una niña? Me dan ganas de chillar “Soy una niñaaaaa” Claro,
inmediatamente vienen a mi memoria esa que nunca se acuerda de nada las
palabras cenizas de mi madre. Me he tenido que bajar del bus y subir la cuesta
andando, no entiendo como Madrid tiene tanto sube y baja, bueno, como Lisboa, y
al acordarme de Lisboa me he animado, me he animado sobremanera pues mi carácter
es como un ascensor, sube y baja continuamente, igual que Lisboa la bella;
Resumiendo, yo igual de bella.
¡Me voy por los cerros de Úbeda! Lo siento. Ya sé
que estáis esperando que os cuente mi sueño estupendo pero entendedme, que me
llamaran señora ha sido como un antes y un después, igual que mi sueño.
¡Ay mi sueño! Qué bonito… Estaba espléndidamente
decorada, yo. A mis pies una sala abarrotá de gentío mirándome embelesado,
escuchando mis palabras sin seso... Acaba de decir mis últimas palabras sobre
mi novela “Mujeres descosidas” (triunfantes, que jamás falte el optimismo, más
vale que sobre y no que falte. Lo decía mi abuela desde que vivió la guerra y
no encontró lentejas en tó Valladolid) cuando la sala se pone en pie y una
tormenta de aplausos inunda mis tímpanos. Mi ego ya no estaba allí, de lo
elevado que se había elevado se encontraba cerca de planeta Plutón por lo menos
y, de repente, se oye un sonido. A continuación entra una banda de músicos, por
lo menos serían, veinte o treinta (más vale que sobre y no falte… acordaros de
mi abuela Daniela y sus lentejas)
Y, y, ¿diréis? Pues se ponen a tocar “Paquito el
chocolatero” Bueno, bueno… Bueno no sé lo que vi primero si al enjuto de mi
Pepe huyendo de la sala o la policía dando porrazos por desorden público, el
orden de los factores no altera el producto.
¡Puerca miseria! Es que ni en sueños puedo dibujar
jocoso y cachondo a mi Pepe…No me hago con este hombre, eh.
1 comentario:
Me ha gustado tu relato, la verdad es que me has arrancado una sonrisa, está escrito en plan jocoso y es muy entretenido de leer.
En muchos temas que tratas me he identificado contigo, yo soy de las que corro tanto al escribir que,después, cuando intento traducirlo, aquello que veo es peor que descifrar un jeroglífico.
Suelo llevar un cuaderno pequeño en el bolso, también anoto cosas que se me ocurren, pero como tarde en leerlas, ya no sé lo que he escrito y no me acuerdo de nada, soy un verdadero desastre y para colmo me enfado.
¡Menos mal que te acordabas del sueño!
Suelo soñar despierta y dormida, pero tengo la mala suerte de que, al abrir los ojos, no logro descifrar el sueño, mis neuronas no responden.
Sigue soñando, te has quedado a la mitad, ya verás lo bien que se porta tu marido.
Abrazos en el corazón.
kasioles
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