jueves, 7 de enero de 2010

LOLA DECORADORA

Hola, estoy solita… Mari Pili se ha ido de rebajas, a descambiar lo ya descambiado. Así se pasa las rebajas, con una sola prenda va y viene hasta que finiquitan las rebajas, y la devuelve definitivamente. Total, no se ha gastado nada y ha estado entretenida; mi amiga es la leche de lista.
Mientras ella vuelve, os voy a dar unas nociones de decoración ya que soy una experta en la materia aunque los hechos demuestren lo contrario, pero es que las apariencias engañan ¿eh? Siempre, antes de juzgarme, id a mi trastienda y comprobaréis que estoy plagadita de buenas intenciones y que el buen gusto me avala. Eso sí, no preguntéis a mi cuñada la roja, la impresentable, la descarada... dice la tía que mi decoración la produce claustrofobia, que no decoro, que abigarro el ambiente. Tranquilos, no hago caso ni a ella ni a mi Pepe, el eterno amante de las superficies vacías ¡El tío está frustrado conmigo! Según camina se va dando golpes con todo lo que encuentra, dice que soy la reina del chisme, que no tiene espacio para caminar (teníais que ir a casa de Mari Pili tiene un aparador de ocho por veintisiete en el pasillo; si quieres ir al baño, tienes que trepar por el aparador y la queda divino de la muerte)
¡Salte a la calle chiquillo, que Madrid es muy grande! Pero no, se empeña en andar por casa y claro, a mí me gusta aprovechar los espacios, dar utilidad a todo. He de reconocer que no me gusta el minimalísmo y sí, el estilo inglés con matices “lolahilos” y lo más importante, amigos: sin gastarme dinero. ¿Cómo lo hago? Tomad nota por favor, os pongo un ejemplo:
Estaba yo pensando en que -¡Dios, qué patética soy!- aunque no estaría mal es que cuando dice mi Pepe “Lola no pienses, que la cagas” procurara seguir sus consejos, pero es que no puedo, tengo mucha cabeza ¿cómo voy a desperdiciar tanto talento que hay en mi encefalograma plano? Así que la cagué una vez más ¡Joder, entendedme! Si hay un problema acuciante en vuestras familias ¿qué hacéis? Pues buscar soluciones; justamente lo que yo hice. Os cuento...
Era medianoche cuando me viene Peluche consternado y me dice “ A partir de mañana ya no podré ir más a la universidad” “¿Qué te pasa, qué mal mayor te impide que la cultura sensibilice tu cerebro despeñado?” Pregunté preocupada; ahora bien, os voy a hacer una confesión: a estas alturas de la película, ya no me altero tanto como antaño ante las confesiones de mis joyitas, sé que el trasfondo es más liviano, así que esperé a conocer más pormenores para comenzar a alterarme “No tengo nada que ponerme, estoy desnudo” Miré y taparrabos llevaba; mi niño es que es muy exagerado así que le mandé a la cama con la solemne promesa que subsanaríamos su desnudez ante el mundo cruel. Heteme aquí que el despertador suena y mi Peluche me ataca, esta vez, me pilla descolocada o dormida, según se mire “Mamá, necesito un armario, no tengo sitio para guardar tanta ropa” Mi subconsciente gritaba ¡Milagro, milagro! El taparrabos durante la noche se había multiplicado como los panes y los peces en Galilea, en esta ocasión, en casa de los García. Pero claro, si mi joya ya tenía ropa para ir a clase y no tenía dónde guardarla, era un problema ¿no? Menos mal que mi cabecita loca, pero con juicio a pesar de lo que mi Pepe diga, tuvo una genial idea y la puse en práctica por supuesto. Al principio Petronio decía “Pero mamá, si nos ve alguien conocido, yo me muero” ¿Morirse mi joya? Ni de coña, ha salido a su madre, con más vidas que un gato. Para tranquilizarle, nos pusimos unos pasamontañas ¡Ay qué pintas, Dios! Según bajábamos, la vecina del 3ºA me dijo “Buenos días Lola” “¿Ves mamá? Ni con pasamontañas; nos han conocido” No me inmuté, ¿para qué? Me sentía ridícula así vestida pero iba a solucionar un tema con lo cual los medios justificaban mi ridiculez. Dos calles más abajo se hallaba una linda cómoda abandonada, pero parecía que ya tenía dueño ya que estaba un gitano supervisándola con rigor. Le dejé que lo hiciera aunque por el rabillo del ojo siguiera sus pasos uno a uno hasta que manifesté a Peluche ¡Es una mierda esa cómoda! El gitano, va y me dice “Señora, es de estilo neoclásico, es mu guena, se la vendo” Voy yo y le contesto “Oye chaaacho, tú a mí no me engañas, eso no vale ná” Mi Peluche se ponía nerviosito por momentos “Mamá, vamonos de aquí”, pero yo me había empecinado con aquel armatoste que no sé si sería neoclásico, ahora, fea de narices, pero cabían de cosas... “Payo, di a tu máma que compre esta joya; 10€ y es tuya paya y te regalo unos malocotones” ¡Por fin había conseguido un chollazo! Un mueble antiguo y un kilo de melocotones por 10€ ¿A qué Lola compra de puta madre? Peluche seguía dándome la vara “Mamá, Papá siempre dice que confundes lo viejo con lo antiguo, además, estamos en febrero, no es época de melocotones” pero yo no le escuchaba, saqué el monedero y ¡Oh, desgracia! Sólo tenía 4€ ¡Menos mal! El gitano se fue zumbando y nosotros nos quedamos con una bolsa de naranjas, Peluche llevaba razón en el asunto de “los malocotones” y me temo que con la cómoda, también. Antigua no sé si lo sería, buena, sí ¡La madre que la parió, cómo pesaba! pero, como era tan antigua la pobre, se nos fue desarmando por el camino y, cuando llegamos a casa, sólo estaban intactas las naranjas ¡Qué sofocos para subir ese muerto hasta un quinto piso! Vino hasta el portero a ayudarnos y me hizo una recomendación “Señora Lola, quítese el pasamontañas, verá mejor los escalones” y era verdad, pero claro, me lo dijo cuando llegábamos al cuarto piso y tenía las piernas magulladas de cardenales.
Nos costó lo que no está escrito colocar semejante muerto, pero lo malo es que por el camino habíamos perdido algún trocillo de madera; Peluche volvió a bajar corriendo a recuperarlos ¡Lástima vivir en una ciudad tan limpia! Los barrenderos habían limpiado la calle y se llevaron los restos de la antigüedad neoclásica ¿Qué hacer entonces? El positivismo invade mi espíritu, lo negativo lo dejé para cuando llegara mi Pepe y lo utilizara convenientemente. Fui a la frutería para que me diera una caja de las de madera y tapar los agujeros. Reconozco que ¡Vaya mierda de cómoda! Pero, por mis muertos que yo aquel trasto no lo volvía a bajar a la calle, comprendedme, estaba magullada, además, es cuestión de acostumbrarse, yo después de días, hasta la veo, bonita no, sí, decorativa y que hace su apaño aunque se cuele la ropa de un cajón a otro.

Esta noche, mi Pepe se levantó a por un vaso de agua y Peluche, al sentirle, le pidió otro vaso; al llevárselo a la habitación, tuvo un encontronazo con el neoclasicismo: se tragó entera a la cómoda. Le fui a socorrer y me dijo “¡No te tolero ni una más, Lola!”
¿Sabéis lo que me habrá querido decir con esto? Yo, ni idea, es un poco exagerado, igual que su hijo.

4 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

Lo del estilo inglés con toques lolailos me ha llegado al alma jajajaja
Genial
Un gran abrazo

ALBINO dijo...

Nunca se sabe lo que se puede encontrar en la basura. Tengo un amigo con todo el salon sacado de basura abandonada, eso si, es un manitas restaurando y barnizando.
Te lo presentaré y dejaré tu cómoda convertida en una joya.
Un beso Lola y saludos a Mari Pili, que ya tejó de tener acento francés.

TORO SALVAJE dijo...

Que apañaica que es Lola.

Besos.

bixen dijo...

Me llamarás adulador, pero son esos detalles los que me gustan de una mujer. Aun tan sólo siendo imaginario el relato; y que la protagonista no sea mi esposa (en proyecto todavía) ni mi madre, claro.
Pobre Pepe, aunque compensado con la lección al Peluche sobre féminas!