domingo, 30 de marzo de 2014

LOLA Y LOS CAMBIOS DE HORA

-¿Lola, qué hora es?
-La hora del té, Pepe.
-¿A las cuatro de la mañana un té?
-¿Y tú crees que es normal preguntarme a estas horas qué hora es?
-Esta noche han cambiado la hora, Lola, para que te enteres.
-Pepe, para que los sepas, siempre que se cambia la hora, mi estómago me avisa.
-¿Qué tiene que ver tu estomago con un reloj?
-Cambio de hora, treinta y seis horas de hambre… ¿Quieres un té sí o no?
-Venga, tomemos té.
-Me encanta, me siento muy british, claro, con bata de cola, mis raíces son mi esencia. Es como tomar el té con Isabel II y la Esperanza de Triana… ¿Tú que sientes, Pepe?
-Yo quiero saber la hora, Lola y, en cuanto a lo del té, siento que lo tomo con Casillas y Britney Jean Spears.
-¡Coño, Pepe! ¿Quién es ese?
-¿Casillas o Britney Jean Spears?
-Casillas fue novio mío durante el mundial… Digo el otro…
-¿Casillas novio tuyo? ¿Me has puesto los cuernos, Lola?
-Depende como se mire, Pepe. Si se mira desde el ángulo corporal pues sí son cuernos de toro pero de toro grande. Ahora bien, si tomamos la vertiente de la ensoñiación y la Carbonero estaba retrasmitiendo un partido pues es pecado menor que con un par de rezos lo arreglas.
-Lola calla que en la radio van a dar las en punto…
-Me callo, me callo, así no me sigues dando la vara con Casillas porque si te enteras que estuve con el Tata Martino me vas a preguntar si bailé tangos con él, claro que mejor te digo que me cité con el párroco de la parroquia y ahí te quedas más tranquilo porque…
-Calla… Ya.
-¿Ya qué, Pepe?
-Pues que ya han dado las en punto.
-Ya pero con las en punto, ¿qué hacemos, Pepe, sabemos en qué hora estamos en el hemisferio sur?
-Lola, en el hemisferio norte.
Ya… ¿Y qué hora es en el hemisferio norte?
-Las en punto, Lola, las en punto.
-Ya… Y después de la en punto, ¿qué viene?
-Ni pajolera idea, Pepe, para mí que la merienda.
-Vale, Lola, pero ahora durmamos un rato.
-¿Sin merendar, Pepe? Vamos que no, eso bajo mi cadáver. Primero meriendo a las en punto hora en Groenlandia y luego me voy un rato con el párroco de la parroquia.
-Dale saludos míos, lola ¡Hasta mañana!

-Pepe, ¿a qué hora le doy tus saludos al párroco de la parroquia?... ¿Pepe?... Pepe… Se ha dormido y yo sin saber con qué hora quedarme.

3 comentarios:

Sylvia dijo...

Me has hecho reír mucho con este relato, Lola! Estoy feliz por haberte encontrado, pues aquí podré venir a relajarme y no llorar las penas de la vida.
Abrazos desde la Patagonia Argentina, Sylvia

Nómada planetario dijo...

Lo del cambio de hora es un peñazo todos los años, menos mal que solo me afecta cuando quedo con la peña para ir a hacer deporte.
El relato tan chispeante como Lola sabe desarrollarlo.
Besos mientras me recupero de las obras en casa.

..NaNy.. dijo...

Hola paso de visita por tu blog me gusta tu forma de escribir desenfadada y muy interesante. Saludos