-¿Lola, qué hora es?
-La hora del té,
Pepe.
-¿A las cuatro de la
mañana un té?
-¿Y tú crees que es normal
preguntarme a estas horas qué hora es?
-Esta noche han
cambiado la hora, Lola, para que te enteres.
-Pepe, para que los
sepas, siempre que se cambia la hora, mi estómago me avisa.
-¿Qué tiene que ver
tu estomago con un reloj?
-Cambio de hora,
treinta y seis horas de hambre… ¿Quieres un té sí o no?
-Venga, tomemos té.
-Me encanta, me
siento muy british, claro, con bata de cola, mis raíces son mi esencia. Es como
tomar el té con Isabel II y la Esperanza de Triana… ¿Tú que sientes, Pepe?
-Yo quiero saber la
hora, Lola y, en cuanto a lo del té, siento que lo tomo con Casillas y Britney
Jean Spears.
-¡Coño, Pepe! ¿Quién
es ese?
-¿Casillas o Britney Jean Spears?
-Casillas fue novio
mío durante el mundial… Digo el otro…
-¿Casillas novio
tuyo? ¿Me has puesto los cuernos, Lola?
-Depende como se
mire, Pepe. Si se mira desde el ángulo corporal pues sí son cuernos de toro
pero de toro grande. Ahora bien, si tomamos la vertiente de la ensoñiación y la
Carbonero estaba retrasmitiendo un partido pues es pecado menor que con un par
de rezos lo arreglas.
-Lola calla que en
la radio van a dar las en punto…
-Me callo, me callo,
así no me sigues dando la vara con Casillas porque si te enteras que estuve con
el Tata Martino me vas a preguntar si bailé tangos con él, claro que mejor te
digo que me cité con el párroco de la parroquia y ahí te quedas más tranquilo
porque…
-Calla… Ya.
-¿Ya qué, Pepe?
-Pues que ya han
dado las en punto.
-Ya pero con las en
punto, ¿qué hacemos, Pepe, sabemos en qué hora estamos en el hemisferio sur?
-Lola, en el
hemisferio norte.
Ya… ¿Y qué hora es
en el hemisferio norte?
-Las en punto, Lola,
las en punto.
-Ya… Y después de la
en punto, ¿qué viene?
-Ni pajolera idea,
Pepe, para mí que la merienda.
-Vale, Lola, pero
ahora durmamos un rato.
-¿Sin merendar,
Pepe? Vamos que no, eso bajo mi cadáver. Primero meriendo a las en punto hora
en Groenlandia y luego me voy un rato con el párroco de la parroquia.
-Dale saludos míos,
lola ¡Hasta mañana!
-Pepe, ¿a qué hora
le doy tus saludos al párroco de la parroquia?... ¿Pepe?... Pepe… Se ha dormido
y yo sin saber con qué hora quedarme.
3 comentarios:
Me has hecho reír mucho con este relato, Lola! Estoy feliz por haberte encontrado, pues aquí podré venir a relajarme y no llorar las penas de la vida.
Abrazos desde la Patagonia Argentina, Sylvia
Lo del cambio de hora es un peñazo todos los años, menos mal que solo me afecta cuando quedo con la peña para ir a hacer deporte.
El relato tan chispeante como Lola sabe desarrollarlo.
Besos mientras me recupero de las obras en casa.
Hola paso de visita por tu blog me gusta tu forma de escribir desenfadada y muy interesante. Saludos
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